La Vanguardia - Dinero

India, una joya privada

Steven Johnson hila cómo un ataque pirata puso la India en poder de la primera multinacio­nal británica

- Justo Barranco

¿Qué probabilid­ades hay de que dos cañonazos cambien el mundo? Escasas. Pero no nulas. Y menos a bordo de un barco pirata. El 11 de septiembre de 1695 en el Océano Índico, al oeste del rico puerto de Surat, el más próspero del imperio mogol, un encontrona­zo entre dos barcos cambiaría los siglos venideros. Y pondría la India bajo dominio británico. Una historia que Steven Johnson, autor de libros fascinante­s como El mapa fantasma, narra con pulso en Un pirata contra el capital.

Una aventura en la que se mezclan el primer sensaciona­lismo de la prensa, que retrata a los piratas aún más atroces de lo que ya eran –marca que ellos mismos querían crear–, con la pasión del mundo entero por el algodón de color de la India que no desteñía. Una India cuyas copiosas reservas de perlas, diamantes, marfil, ébano y especias y, sobre todo, cuyo portentoso algodón teñido la convirtier­on en la región del mundo con mayor cuota del PIB mundial durante 15 siglos.

Pese a todo, el gran Imperio Mogol que regía buena parte de los actuales Pakistán, Afganistán e India, un imperio musulmán que dejaría joyas como el Taj Majal y que autorizaba a algunos países europeos a comerciar en sus puertos, entraría en decadencia poco después de las dos balas de cañón de 1695, al morir el emperador Aurangzeb en 1707.

Las dos balas de cañón que cambiaron el curso de la historia, cuenta Johnson en su portentoso relato, fueron las que dispararon el barco

UN PIRATA CONTRA EL

CAPITAL Steven Johnson Turner. Madrid, 2020 280 p. | 21,90 € | e-book, 9,49 €

mogol Ganj-i-Sawai (tesoro excesivo), uno de los mayores de la época, capaz de llevar a más de mil pasajeros a La Meca a la vez, que cargaba inmensas riquezas para comerciar; y el Fancy, el barco que comandaba el pirata inglés Henry Every, de quien hay más leyenda que datos. Pese a ser muy superior, el Ganj-iSaway sufre un desastre: uno de sus cañones estalla al disparar segando incontable­s vidas. En cambio, el Fancy, contra toda probabilid­ad, acierta de un cañonazo el palo mayor del rival. Será un botín gigantesco y los piratas operarán con crueldad hórrida. Por un lado, Johnson retrata cómo el mundo pirata era más democrátic­o en su gestión del dinero que la tierra firme. Eran una empresa igualitari­sta donde el capitán se llevaba dos partes del botín y cada marinero se llevaba una. Marineros en los que se mezcla el mito del desclasado que lucha por una sociedad más justa con la realidad de ser una caterva de depredador­es xenófobos y delincuent­es sexuales.

El emperador mogol reacciona al ataque exigiendo cambios radicales a los británicos que aseguren el Índico o extinguirá el comercio. Y la Compañía de las Indias Orientales, pionera en las multinacio­nales, ve su oportunida­d. Fue la primera empresa por acciones y llegó a ocuparse de la mitad del comercio mundial –algodón, seda, sal, especias, te, opio–, porque tras el ataque de Every se convertirá en la protectora del comercio del Índico con sus barcos, cañones y ejército. Apenas 50 años después conquistar­á toda la India, que regirá por un siglo. Eso sí, Johnson concluye que dos balas de cañón sólo cambian así el mundo cuando ya está tan interconec­tado como a finales del XVII.

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