Las ayudas europeas
El verano se cierra con una situación muy preocupante para España, tanto en lo sanitario como en lo económico. La segunda ola de contagios ha llegado antes de lo previsto, con la preocupante situación de nuestros servicios de atención primaria y hospitalaria, que hacen que el riesgo de nuevos confinamientos crezca día a día. Este factor sanitario debe seguir siendo nuestro principal foco de atención a corto plazo.
Pero no el único. La peculiaridad de nuestra economía, donde las actividades más afectadas por la pandemia (hostelería, transporte y comercio minorista) representan cerca del 25% del PIB, con un fuerte peso del empleo temporal y con una estructura empresarial dominada por la pymes (un 90% del total), hace que España no solo sea probablemente el país de la OCDE con un mayor impacto de la recesión, sino también, si no hacemos las cosas bien, el que más atrás puede quedar en la recuperación.
Evitar este incierto escenario económico está en nuestras manos, y la herramienta para hacerlo está en los fondos que nos llegarán de Europa (cerca de 140.000 millones de euros), y sobre todo en el uso que hagamos de ellos. El objetivo es preparar nuestra economía para un crecimiento sostenido a largo plazo, y para ello es necesario un nuevo modelo basado en la eficiencia y en la productividad. Reformas estructurales que ya eran necesarias antes se hacen ahora inevitables: educación, inversión en I+D o mercado de trabajo. Han cambiado nuestras pautas de vida y para ello, hay que orientar nuestra economía a sectores como logística, tecnología, e-commerce, formación online y en general, todo lo que sea necesario para hacer frente a la creciente digitalización. Europa nos obliga, además, a usar parte de estos fondos en sostenibilidad y medidas contra el cambio climático. Aprovechémoslo para de una vez por todas ayudar a nuestro planeta.
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