Los Juegos más inciertos
“Empiezo a tener dudas de que al final yo pueda ir a Tokio el próximo verano”, confiesa N.J., que este año no pudo viajar a los JJ.OO. para ir a trabajar en una de las numerosas federaciones internacionales que participan en el acontecimiento deportivo más global y con más audiencia del planeta. Hubieran sido sus cuartos JJ.00. “Acontecimientos como las olimpiadas también confían sus presupuestos a la involucración del público local en las gradas, que acostumbra a volcarse para vivir el evento. Si al final hay restricciones aforo muy limitado, no sólo se perderá atmósfera, sino que habrá menores ingresos. Los patrocinadores –razona– no van a querer llenar estas pérdidas y tendrán menos retornos”. En este caso inédito, además, el ya empieza con mal pie: hay mucho material con el logo de Tokio 2020 que no se pudo tirar, cuando el evento tiene lugar en el 2021. “¿Cuánta gente va a comprar accesorios de hace un año?”, se pregunta. Casi dos tercios (65%) de los patrocinadores de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 dudan sobre mantener sus compromisos, según un sondeo publicado en junio por la cadena de televisión NHK.Se calcula que el aplazamiento de un año para otro puede suponer un sobrecoste para el COI de 2.600 millones de euros y eso confiando en que las gradas se puedan llenar. No queda claro quién va a asumir esta cifra. El ya ex primer ministro nipón, Abe Shinzo, había acordado que “Japón continuaría cubriendo los costes previstos bajo los términos del acuerdo existente”. Por su parte, el COI dijo que “continuaría siendo responsable de su parte correspondiente” de los gastos.
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