Ya estamos en el día después
Siempre se ha dicho que la formación para directivos es un sector anticíclico. Cuando la economía va bien pocos se detienen a estudiar, pero cuando las cosas se tuercen las escuelas de negocios se convierten en un refugio para mejorar nuestra capacitación.
La actual crisis sanitaria ha derivado en una económica de complejidad sin precedentes. Para entender su verdadero alcance hay que remontarse a pocas semanas antes de su estallido. Como si de una premonición se tratase, en la última reunión de líderes globales en Davos, durante la celebración del World Economic Forum, uno de los retos planteados es capacitar a mil millones de personas para la próxima década, un tema que se engloba en el programa Reskilling Revolution. La pandemia es un punto de inflexión que ha acelerado las tendencias (impulsadas por la digitalización) que ya se percibían en todos los vectores empresariales. Un mercado laboral que necesitaba actualizar a más de mil millones de personas antes de la Covid-19, adopta ahora una dimensión descomunal. En febrero vivíamos justo en el antes, un mundo que necesitaba cambios, pero que nos ofrecía un cierto confort para ir asumiéndolos de forma paulatina. Aunque las vacunas puedan ser administradas, hoy ya vivimos en el después, un después que exigirá una mentalidad y una acción más disruptiva.
Hablamos de digitalización, pero con igual o más fuerza está emergiendo la importancia de la sostenibilidad. Siglas como ESG y SDG (Environmental, Social & Governance y Sustainable Development Goals) inundan nuestros correos y exigencias de reporte. La transformación digital tiene el potencial de acelerar o desacelerar ese mundo más sostenible. Serán las personas y no los robots los que harán girar el volante en un sentido u otro. La formación de esos millones de profesionales tendrá una influencia directa.
El FMI –ante la llegada de los anhelados 170.000 millones para la recuperación de España– alerta de la importancia de políticas activas del mercado laboral, que deben centrarse en la formación, solicitando una mejor coordinación entre universidades y empresas, con una mayor participación de estas últimas en los planes de estudio. La sociedad, el mercado y la formación ya son híbridos, no por su conexión on-off line, sino porque deben entrar y salir de nuestras actividades de forma habitual. Así es la sociedad del después. Gracias al avance exponencial de la tecnología la clave dejará de ser cuánto sabemos, sino qué preguntas somos capaces de realizar.
Y en este contexto, es una gran noticia que Barcelona disponga de un ecosistema de formación en el ámbito de los negocios de primer nivel mundial justo detrás de París y Londres. Lo corroboraba, el lunes pasado, The Financial Times, situando a tres escuelas IESE (4), ESADE (12) y EADA (29), entre las 30 mejores de Europa.