La Vanguardia - Dinero

Euskaltel, en el espejo de la consolidac­ión

El fondo británico Zegona, que controla el operador desde el 2019, impulsa su expansión territoria­l

- Norberto Gallego

En el alborotado mercado de las telecomuni­caciones en España conviven y compiten cuatro –o cinco o seis, según se cuenten– operadores con infraestru­ctura propia, más una docena de virtuales y/o de nicho e incontable­s marcas y submarcas de los anteriores. Es lógico que prospere la idea de una consolidac­ión que todos preconizan sin saber qué forma adoptaría. Entre ellos hay un actor que hace como que la cosa no fuera con él: Euskaltel, con territoria­lidad evidente, pero que ha absorbido los operadores R y Telecable, con implantaci­ón en Galicia y Asturias. Tras la retirada del Gobierno vasco, que fue su accionista dominante, las vacilacion­es de Kutxabank precipitar­on la toma de control por el fondo de inversión británico Zegona en abril del 2019.

Los 800.000 clientes del Grupo Euskaltel están muy lejos de los millones de cada uno de los operadores nacionales, pero podrían jugar un papel valioso en alguna fórmula de consolidac­ión. Ese sería el momento esperado por Zegona para recoger el premio a su movimiento. Un objetivo que casi no trata de disimular su fundador, Eamonn O’Hare: “Ya habrá tiempo de pensar en la consolidac­ión, si se plantea; lo importante ahora es extender la huella del grupo por el resto de España”, decía a finales del año pasado.

El consejero delegado de Euskaltel, ungido por O’Hare, es José Miguel García, bien conocido en el sector por haber dirigido Jazztel hasta su absorción por Orange en el 2014. Suya es la reciente iniciativa de creación de la marca Virgin Telco, con la que el grupo Euskaltel se aventura a competir en otras partes de la Península. Desde su lanzamient­o en mayo y hasta finales de septiembre, Virgin Telco había reclutado 38.000 clientes entre fijos y móviles, aportando al grupo ingresos de tres millones de euros en su primer trimestre completo.

García discrepa de quien sostenga que una impronta muy territoria­l limita la capacidad de competir. “Todo lo contrario, Euskadi, Galicia y Asturias son mercados muy competitiv­os en un país donde había tendencia a que las telecomuni­caciones se gestionen desde la M-40”. Se remite a las recomendac­iones de la UE de asegurar que las telecomuni­caciones lleguen al último rincón de cada país miembro: “Es justo lo que estamos haciendo”. El grupo ha desarrolla­do una plataforma operativa única para dar más flexibilid­ad a la relación con los usuarios. En tanto que las tácticas comerciale­s de los grandes operadores los empujan hacia sus marcas subsidiari­as de bajo precio cuando el consumidor no firma la cláusula de permanenci­a.

Haciendo gala de experienci­a, García acepta hablar de consolidac­ión, pero poco. “El mercado español ha vivido tres o cuatro oleadas de consolidac­ión y lo sé bien porque fui partícipe. Lo que pasa es que algunos conciben la concentrac­ión como la forma de generar retorno a la inversión de sus accionista­s; nosotros, en cambio, tenemos una estrategia de crecimient­o orgánico. No podemos ser los que dicten la pauta, pero me consta que Europa está muy rezagada en relación con Asia o con el modelo estadounid­ense. Reconozcam­os que no hemos sido capaces de generar una inercia que produzca escala para competir a dimensión global”.

El efecto del low cost reaparece como la causa de los males del sector: “Si fuera tan fantástico no habría en España cuatro millones de consumidor­es que cambian de operador cada año”. Esta es la tesis de García: durante años, por razones comerciale­s, se ha dado alas a un modelo que es culpable del estancamie­nto de ingresos de los operadores, “pero no es justo cargar sobre la regulación ni sobre los operadores virtuales, que tienen el mérito de que el mercado español sea tal vez el más competitiv­o de Europa”.

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