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“El coleccionista de Barcelona había abandonado al galerismo de la ciudad, y prueba de ello es que cada vez iba menos a las inauguraciones”. Lo afirmaba Ferran Josa, director de la Galeria Pigment, en las Jornades sobre Art i Galerisme que organizó el Gremi de Galeries d’Art de Catalunya la semana pasada. Sin embargo, consecuencia de la pandemia, algunas de estas dinámicas se han visto modificadas y en momentos de confinamientos globalmente ha habido una vuelta a observar lo que sucedía en la escena local de cada uno, participando de la experiencia artística de proximidad.
En este contexto, las más de 200 ferias internacionales que se sucedían en el calendario fueron cancelando sus ediciones una tras otra, dejando un panorama devastado, encontrando en lo digital un camino para que las galerías polinizaran de propuestas artísticas a todos sus coleccionistas. Una opción válida que el mercado agradeció, pero que enseguida se mostró insuficiente para reestablecer el funcionamiento de esta industria. Sin embargo, hubo pequeñas ferias que rápidamente entendieron que podían jugar la carta de lo local de la mano de galerías importantes y, de esta forma, activar un mercado que más que nunca pedía seguir siendo parte de la conversación. LOOP en Barcelona, o el proyecto de solo 60 galerías que Art Brussels ha desarrollado para Amberes en diciembre, serían claros ejemplos.
En la misma línea, esta semana ha nacido en el