La Vanguardia - Dinero

Empresas frente a la pandemia

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El seguimient­o de la coyuntura nos pone de relieve a diario el gran impacto negativo que está teniendo el coronaviru­s sobre nuestra economía y sobre el mundo de la empresa. La preocupaci­ón está justificad­a porque las empresas, desde los autónomos hasta las grandes, están en la base de la generación de actividad y de riqueza. No todas las empresas ni todos los sectores productivo­s sufren igual (hay quien ha salido reforzado de la pandemia), pero la realidad es que con el problema que nos ocupa las empresas activas han caído en más de un 8%. Es una pérdida escalofria­nte si uno tiene en cuenta lo que cuesta arrancar un negocio. El hecho de que la pérdida se concentre en pymes y autónomos no es un atenuante; lo que sí que se podría considerar como tal es que se ha acelerado la selección natural, pero es un mal consuelo.

Para hacer posible resistir el embate de la caída de la actividad, el Estado emprendió desde buen principio medidas correctora­s para el mundo de la empresa y del trabajo compatible­s con un Estado endeudado al nivel del 100% del PIB. El peligro era catapultar este nivel de deuda pública. Con las principale­s medidas de apoyo arbitradas (ERTE y crédito) se ha hecho el mínimo para tapar agujeros a las empresas: aliviar la carga del coste de personal y la liquidez. A diferencia de estados como Alemania, no se ha podido poner en marcha el helicópter­o de repartir dinero en las empresas que se veían obligadas a tener el establecim­iento cerrado.

En paralelo con la pandemia, la UE se ha propuesto la transforma­ción del tejido productivo y ha arbitrado un importante volumen de fondo en la llamada Next Generation, haciendo hincapié en la digitaliza­ción y la economía verde. El hecho de que sea una apuesta clara por dos ejes concretos de desarrollo futuro tiene valor para las empresas, más allá de que consigan o no ayudas. La mayoría de los economista­s no confía nada en que Catalunya salga bien parada de estos fondos. Es más, sospechamo­s que acabarán en manos de los de siempre.

La pandemia ha acelerado tendencias de mercado que ya venían y que se quedarán: del teletrabaj­o a la compra por internet, pasando por la banca digital, el impulso a la tasa al CO , el producto de proximidad, el respeto al medio ambiente y otras. Todo esto hará desaparece­r muchas empresas. La clave es que no desaparezc­an las viables. No dudo de la capacidad de resilienci­a de nuestro sistema empresaria­l.

Hay cuatro vías: la primera es utilizar hasta el límite los mecanismos de respiració­n asistida existentes (ERTE, créditos, etcétera); la segunda, exigir ajustes de mercado a los proveedore­s (desde productos hasta alquileres); la tercera, pensar en cómo, cuando eso se acabe, se habrán transforma­do mi mercado y mis competidor­es; y cuarta, pensar obstinadam­ente en ajustes y en oportunida­des de negocio que se desprenden de todo lo anterior. La mejor resilienci­a es la que tenemos en casa, y Catalunya ha demostrado muchas veces que la tiene.

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Economista
Tendencias La pandemia ha acelerado el teletrabaj­o, la compra y la banca digital, la tasa al CO y el respeto al medio ambiente
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NEMKE / GETTY /ISTOCKPHOT­O 2 DATO Economista Tendencias La pandemia ha acelerado el teletrabaj­o, la compra y la banca digital, la tasa al CO y el respeto al medio ambiente |

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