La guerra de las vacunas
La mejor política económica en estos momentos consiste en inmunizar a la población contra la pandemia porque salva vidas hoy y empleos mañana
Ya lo ha dicho la presidenta del Santander, Ana Botín, en el Foro Económico Mundial de Davos: “La vacunación es la política económica más importante del 2021. Vacunar salva vidas hoy y empleos mañana”. Por tanto, lo que está en juego en la “guerra” emprendida por la Unión Europea (UE) contra las farmacéuticas Pfizer y AstraZeneca no es solo un atentado contra la salud sino contra la recuperación económica. Nos va la vida en ello.
Como muestra un botón. Un retraso de diez semanas en el suministro de viales, como ha afirmado el ministro de Sanidad alemán, Jens Spahn, supone para España entrar en recesión, al menos durante la primera parte del ejercicio. Si no hay vacunación masiva, habremos perdido la campaña turística del verano, porque las reservas de los turoperadores se hacen al menos con tres meses de anticipación. Ningún turista va a venir de vacaciones si no tiene plenas garantías de que no se contagiará.
La esperanza de Exceltur era que los trabajadores del sector estuvieran vacunados antes de que comenzara la temporada turística. Esto, sumado a una serie de ayudas directas al sector, evitaría que se produjesen una serie de quiebras en cadena que comprometieran seriamente el futuro de unas infraestructuras que han tardado décadas en construirse. Resulta más barato evitar una quiebra que construirlas partiendo de cero.
No estamos hablando de cualquier cosa, sino de un sector que en el 2019 aportó el 14,6% del PIB, 2,8 millones de empleos y 176.000 millones de euros a la creación de riqueza entre los ingresos directos, los indirectos y los agregados.
Pero algo similar se podría decir de Francia, Italia o Alemania. El 50% de los turistas del mundo vienen a Europa y aportan cerca de 500.000 millones de euros. En consecuencia, un retraso de tres meses supone un daño irreparable por parte de unas empresas farmacéuticas que no han estado a la altura de las circunstancias.
Poco se puede hacer contra los incumplimientos de los contratos. En primer lugar, porque si son secretos no se puede saber su contenido y por tanto no se pueden llevar ante los tribunales. Y lo más importante, tienen la sartén por el mango y el mango también. Lo único que pueden hacer los países de la UE es armarse de paciencia y rezar para que no se produzcan nuevos atrasos.
Una ruptura de relaciones comerciales sería catastrófica para