China gana fuerza en el año del Buey
En Pekín se habla ya del futuro tras la covid: impulsar el consumo interno para no depender de las exportaciones
Hong Kong
China dio el viernes la bienvenida al año del Buey de Metal. En su zodiaco, el signo goza de gran estima por su fuerza, disciplina, nobleza y capacidad de trabajar duro, claves para lograr la anhelada prosperidad. Muchos comparan su resistencia con la de la economía china, y no faltan augurios de que el país seguirá apuntalando este nuevo ciclo su posición como potencia económica mundial.
Atrás queda un año complicado. Hace justo doce meses, el gigante asiático estaba inmerso en su mayor crisis de las últimas décadas, con la provincia de Hubei cerrada a cal y canto y el resto del país paralizado con el fin de contener la propagación del coronavirus. Pese a que el patógeno limó en ese primer trimestre un 6,8% del PIB chino, sus sacrificios tuvieron recompensa, y con el control del virus llegaron los resultados positivos: crecimiento de un 3,2% en el segundo trimestre, un 4,9% en el tercero y un 6,5% en el cuarto.
Haciendo balance global, China acabó el 2020 con una expansión total del PIB del 2,3%. Es la cifra más baja desde la contracción registrada tras el fin de la revolución cultural de Mao (año 1976), pero le permitió cerrar el ejercicio como la única gran economía mundial en expandirse durante la pandemia. “La economía nacional se recuperó de manera sostenida, el empleo y el nivel de vida se consolidaron firmemente y los principales objetivos y tareas del desarrollo económico y social se lograron mejor de lo esperado”, se congratuló el director de la Oficina Nacional de Estadísticas, Ning Jizhe.
Varias razones explican este renacer exitoso. La primera y más obvia, su capacidad de controlar la pandemia hasta casi erradicarla dentro de sus fronteras. A Pekín también le sirvió la receta de otras ocasiones. Aprobó grandes inversiones públicas –infraestructura, logística– y concedió créditos y subsidios a las empresas. De esta forma, pudo proteger el empleo y evitar la temida inestabilidad social, una de las prioridades históricas de la cúpula comunista, y acabó el año con una tasa de paro urbano del 5,2%, la misma que tenía hace justo un año.
Otro de sus grandes puntales fue el repunte de su producción industrial y sus exportaciones (crecieron
Tasa de paro urbano
El año 2020, pese a los efectos de la pandemia sobre la economía, China acabó con una tasa de paro urbano del 5,2%, la misma que tenía hace un año casi un 2% con respecto a 2019). Con el mundo medio paralizado, China estuvo rápida a la hora de cubrir la demanda de productos sanitarios o electrónicos para teletrabajar, de los que acabó el año vendiendo bienes por valor de 56.000 millones de euros y 320.000 millones respectivamente. “Cuando la industria manufacturera mundial se estancó, la china remontaba, lo que le permitió cubrir los pedidos mundiales y lograr esos buenos resultados finales”, resumió Hu Qimu, del China Digital Economy Institute.
Al igual que en el 2019, sus principales socios comerciales fueron los diez integrantes de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), con los que los intercambios crecieron un 7%. Además, tras ocho años de negociaciones, Pekín firmó en noviembre con ellos –más Japón, Australia, Corea del Sur y Nueva Zelanda– el mayor acuerdo de libre comercio del mundo (el RCEP), por el que se reducen aranceles y establecen reglas de comercio comunes entre los responsables de casi un tercio de la producción económica mundial. Leído en clave política, el pacto también supuso un gran éxito para el liderazgo chino en la región en su pugna con Estados Unidos.
Su segundo socio comercial fue el bloque de la Unión Europea, donde sus ventas aumentaron en un 5,3% y con quien también firmó un importante acuerdo de inversiones a finales de año que molestó mucho en Washington.
Finalmente, los intercambios con EE.UU. ocuparon la tercera plaza con una expansión del 8,8%. De hecho, a pesar de la cruenta batalla comercial lanzada por el presidente Donald Trump, el superávit comercial de China con Estados Unidos alcanzó una cifra récord de 316.900 millones de dólares, un legado con el que el entrante Joe Biden tendrá que lidiar en los próximos cuatro años.
Pero no todo marcha bien en la tierra de Mao, y su recuperación todavía cojea por la pata del consumo. Las ventas al por menor avanzaron un 4,6% en el último trimestre del 2020, pero el cómputo anual refleja una caída del 3,9% con respecto al 2019, cuando aumentó un 8%. Como en otros países, la crisis afectó más a los hogares con rentas más bajas y a las pequeñas empresas. A eso se suman los problemas que tienen para encontrar empleo los trabajadores con ingresos más bajos o los recién graduados.
Ese hándicap plantea un reto extra que será abordado ampliamente durante la sesión parlamentaria anual que se celebrará en marzo, en la que los asuntos socioeconómicos están llamados a marcar la agenda. Uno de los más relevantes será la aprobación del XIV Plan Quinquenal (2021-2025). Según se ha avanzado, no se trata de un plan más, sino el que debe sentar las bases de un nuevo patrón de desarrollo bautizado como “circulación dual”.
Esta filosofía, esbozada hace años pero retomada con fuerza estos últimos meses, apuesta por hacer del consumo interno y la innovación –incluida la autosuficiencia tecnológica– el motor del crecimiento (circulación interna) sin menospreciar el papel de las exportaciones, que seguirán siendo relevantes (circulación externa). “El objetivo es aumentar la contribución del consumo al crecimiento del PIB y formar un sistema económico independiente y controlable
Las asignaturas pendientes son la elevada deuda, el envejecimiento y la desigualdad