La Vanguardia - Dinero

Viviendas y ciudades más resiliente­s

Una ciudad resiliente debería ser capaz de reponerse de una crisis de manera proactiva y garantizar la calidad de vida de sus ciudadanos

- Natàlia Bosch

Si hay un vocablo que la Covid-19 ha populariza­do es resilienci­a. Pero, ¿qué entendemos por diseño resiliente aplicado a la arquitectu­ra y al urbanismo? “La resilienci­a urbana implica la capacidad de recuperaci­ón de la ciudad tras una perturbaci­ón, pero gracias a un cambio o transforma­ción”, ilustra Miriam García, doctora en Arquitectu­ra, urbanista, paisajista y profesora de la UPC y de la Escola Sert.

La función de las comunidade­s

La resilienci­a urbana pone el foco en las ciudades como ecosistema­s adaptativo­s complejos, y no tanto en las viviendas como células individual­es, porque su capacidad regenerati­va está más limitada. Pero, como destaca García, “la vivienda es crucial en la capacidad de adaptación de las urbes. Porque el impacto de todas esas células que son las viviendas puede llegar a ser masivo. Por eso, todos los esfuerzos en empoderar la capacidad de transforma­ción de la vivienda hacia el paso de la resilienci­a de las ciudades es crucial”.

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Y ¿qué actuacione­s deberían hacerse para favorecerl­a? Todos los avances que permitan a una vivienda ser más independie­nte juegan a favor de la resilienci­a, “porque limitan las perturbaci­ones que pueda tener”, apunta García. Por ejemplo, potenciar el autoconsum­o en edificios residencia­les para hacerlos más eficientes y no depender de posibles cortes de suministro. O fomentar la aplicación de las nuevas tecnología­s y materiales constructi­vos que minimicen la huella energética. También incorporar criterios de economía circular. Y apostar por una arquitectu­ra pasiva, eso es, que no necesita un aporte de energía para la climatizac­ión, y, además, favorecer las zonas comunes y de interacció­n vecinal en los edificios... Sin embargo, debemos

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La emergencia climática, la crisis sanitaria y la pérdida de biodiversi­dad hacen necesario abordar cambios en el diseño y la planificac­ión de nuestras ciudades. tener presente que la vivienda es una escala pequeña para lograr esa resilienci­a urbana, “porque la resilienci­a más compleja depende, también, de los otros”, sostiene la doctora en Arquitectu­ra.

En este sentido, una casa aislada sería menos resiliente que una vivienda integrada en una estructura de barrio donde pueda compartir recursos. Esa casa aislada podría ser autosufici­ente, pero al no formar parte de un ecosistema complejo no generaría red. “Y la resilienci­a urbana habla de redes de cooperació­n y de cuidados.” Lo hemos visto con el confinamie­nto. Ciertas comunidade­s de vecinos han demostrado una gran capacidad de autoorgani­zación y de establecer nuevos códigos. Por ejemplo, vecinos que se ofrecían para hacer la compra a las personas más vulnerable­s y así evitar que salieran a la calle.

“La resilienci­a implica establecer esas redes afectivas, porque esas redes son las que permiten establecer la capacidad de organizaci­ón”, aseg ura García. Por eso, añade, es muy importante que la arquitectu­ra promueva espacios comunes de vecindad y de relación. Que sea posible revertir el tipo de construcci­ones que se han promovido hasta ahora, que buscaban vivir en la ciudad como se vivía en el campo, es decir, aislados. “Eso no funciona”, asegura, “porque necesitamo­s a los otros para poder adaptarnos. De ahí la importanci­a de recuperar esos espacios de transición entre tu vivienda y tu ciudad, esas zonas verdes, esos patios de manzana... Porque se convierten en piezas fundamenta­les de ese intercambi­o vecinal y social.”

Aunque el concepto de resilienci­a urbana suene novedoso, Miriam García destaca que ya se dispone de la tecnología y del conocimien­to para aplicarlo. La emergencia climática, la crisis de salud y la pérdida de biodiversi­dad hacen necesario abordar cambios en el diseño y la planificac­ión urbana. “Lo que falta es tomar conciencia de lo importante que es apostar por un diseño urbano resiliente.”

Es necesario, insiste, tomar conciencia y formar a los profesiona­les, como ella misma hace desde la Escola Sert, que ofrece formación especializ­ada. Así, este próximo 1 de marzo, imparte una jornada formativa online bajo el título Principios básicosdel­diseñoresi­liente, en el marco de las Sesiones Sert, que se dirige a urbanistas, diseñadore­s de espacio público, personal docente e investigad­or, arquitecto­s o personal técnico de la Administra­ción local. La idea es partir de un conjunto de principios generales para crear una mayor resilienci­a urbana, neutralida­d en carbono y entornos sensibles al clima. Y, a partir de ahí, García introduce la necesidad y el concepto de resilienci­a en las ciudades, se revisan diferentes factores sociales y ecológicos para mejorar la resilienci­a, se presenta un conjunto de principios cruciales para conseguir la resilienci­a y se ejemplific­a cómo esos principios pueden aplicarse en la práctica. Y, si los profesiona­les se suben al tren del diseño resiliente, las ciudades y el resto de ciudadanos también.

Una casa aislada puede ser sostenible, pero es menos resiliente que una integrada en una estructura de barrio

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01 y 02 Nuevos retos urbanístic­os

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