Viviendas y ciudades más resilientes
Una ciudad resiliente debería ser capaz de reponerse de una crisis de manera proactiva y garantizar la calidad de vida de sus ciudadanos
Si hay un vocablo que la Covid-19 ha popularizado es resiliencia. Pero, ¿qué entendemos por diseño resiliente aplicado a la arquitectura y al urbanismo? “La resiliencia urbana implica la capacidad de recuperación de la ciudad tras una perturbación, pero gracias a un cambio o transformación”, ilustra Miriam García, doctora en Arquitectura, urbanista, paisajista y profesora de la UPC y de la Escola Sert.
La función de las comunidades
La resiliencia urbana pone el foco en las ciudades como ecosistemas adaptativos complejos, y no tanto en las viviendas como células individuales, porque su capacidad regenerativa está más limitada. Pero, como destaca García, “la vivienda es crucial en la capacidad de adaptación de las urbes. Porque el impacto de todas esas células que son las viviendas puede llegar a ser masivo. Por eso, todos los esfuerzos en empoderar la capacidad de transformación de la vivienda hacia el paso de la resiliencia de las ciudades es crucial”.
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Y ¿qué actuaciones deberían hacerse para favorecerla? Todos los avances que permitan a una vivienda ser más independiente juegan a favor de la resiliencia, “porque limitan las perturbaciones que pueda tener”, apunta García. Por ejemplo, potenciar el autoconsumo en edificios residenciales para hacerlos más eficientes y no depender de posibles cortes de suministro. O fomentar la aplicación de las nuevas tecnologías y materiales constructivos que minimicen la huella energética. También incorporar criterios de economía circular. Y apostar por una arquitectura pasiva, eso es, que no necesita un aporte de energía para la climatización, y, además, favorecer las zonas comunes y de interacción vecinal en los edificios... Sin embargo, debemos
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La emergencia climática, la crisis sanitaria y la pérdida de biodiversidad hacen necesario abordar cambios en el diseño y la planificación de nuestras ciudades. tener presente que la vivienda es una escala pequeña para lograr esa resiliencia urbana, “porque la resiliencia más compleja depende, también, de los otros”, sostiene la doctora en Arquitectura.
En este sentido, una casa aislada sería menos resiliente que una vivienda integrada en una estructura de barrio donde pueda compartir recursos. Esa casa aislada podría ser autosuficiente, pero al no formar parte de un ecosistema complejo no generaría red. “Y la resiliencia urbana habla de redes de cooperación y de cuidados.” Lo hemos visto con el confinamiento. Ciertas comunidades de vecinos han demostrado una gran capacidad de autoorganización y de establecer nuevos códigos. Por ejemplo, vecinos que se ofrecían para hacer la compra a las personas más vulnerables y así evitar que salieran a la calle.
“La resiliencia implica establecer esas redes afectivas, porque esas redes son las que permiten establecer la capacidad de organización”, aseg ura García. Por eso, añade, es muy importante que la arquitectura promueva espacios comunes de vecindad y de relación. Que sea posible revertir el tipo de construcciones que se han promovido hasta ahora, que buscaban vivir en la ciudad como se vivía en el campo, es decir, aislados. “Eso no funciona”, asegura, “porque necesitamos a los otros para poder adaptarnos. De ahí la importancia de recuperar esos espacios de transición entre tu vivienda y tu ciudad, esas zonas verdes, esos patios de manzana... Porque se convierten en piezas fundamentales de ese intercambio vecinal y social.”
Aunque el concepto de resiliencia urbana suene novedoso, Miriam García destaca que ya se dispone de la tecnología y del conocimiento para aplicarlo. La emergencia climática, la crisis de salud y la pérdida de biodiversidad hacen necesario abordar cambios en el diseño y la planificación urbana. “Lo que falta es tomar conciencia de lo importante que es apostar por un diseño urbano resiliente.”
Es necesario, insiste, tomar conciencia y formar a los profesionales, como ella misma hace desde la Escola Sert, que ofrece formación especializada. Así, este próximo 1 de marzo, imparte una jornada formativa online bajo el título Principios básicosdeldiseñoresiliente, en el marco de las Sesiones Sert, que se dirige a urbanistas, diseñadores de espacio público, personal docente e investigador, arquitectos o personal técnico de la Administración local. La idea es partir de un conjunto de principios generales para crear una mayor resiliencia urbana, neutralidad en carbono y entornos sensibles al clima. Y, a partir de ahí, García introduce la necesidad y el concepto de resiliencia en las ciudades, se revisan diferentes factores sociales y ecológicos para mejorar la resiliencia, se presenta un conjunto de principios cruciales para conseguir la resiliencia y se ejemplifica cómo esos principios pueden aplicarse en la práctica. Y, si los profesionales se suben al tren del diseño resiliente, las ciudades y el resto de ciudadanos también.
Una casa aislada puede ser sostenible, pero es menos resiliente que una integrada en una estructura de barrio