La Vanguardia - Dinero

El whisky no es solo escocés

- Rafael Ramos

Edimburgo

Aunque se hace whisky en muchos sitios del mundo, y en algunos como Japón muy bien, el oro líquido es un producto que en principio, y mientras no se demuestre lo contrario, se identifica con Escocia. Pero al final no ha podido escapar a las divisiones políticas y territoria­les que amenazan con resquebraj­ar el Reino Unido, y ahora Inglaterra y el País de Gales han decidido hacerle la competenci­a. El enemigo (o digamos mejor el rival), en casa.

La culpa, como de casi todo, la tiene, cómo no, Donald Trump, aunque ya no sea presidente de Estados Unidos. Los aranceles del 25% que impuso el pasado otoño a algunas exportacio­nes europeas, dentro de su guerra comercial con Bruselas afectan al whisky escocés e irlandés como productos considerad­os de lujo (hay quienes dirían que son más bien de primera necesidad). Y a un señor o señora de Topeka (Kansas), Des Moines (Iowa) o Portland (Oregón), una botella de un malta única por la que pagaba 100 dólares ha pasado a costarle 125, una diferencia bastante considerab­le.

Galeses e ingleses llevaban años promociona­ndo sus whiskies, de destilería­s pequeñas, casi familiares, en regiones como los Brecon Beacons, Durham, Dartmoor, Norfolk o el Distrito de los Lagos, buenos pero más jóvenes y diferentes de los escoceses porque la tierra y el agua (los elementos clave que le dan personalid­ad, junto a las barricas en las que envejecen) son otros. Precisamen­te estos días, un estudio ha establecid­o que el concepto vinícola del terroir también es aplicable al

“agua de los dioses”, y que pronto podrá hablarse no solo de marcas y regiones, sino también de denominaci­ones de origen.

Toda una serie de factores determinan el carácter de un vino (suelo, microclima, topografía, métodos de cultivo...), y con el whisky los investigad­ores consideran que los campos de donde procede la cebada le dejan una impronta única y constituye­n su terroir. Es una cuestión que llevaba mucho tiempo discutiénd­ose entre los expertos, que tendían a considerar que el factor clave en el ADN del licor –por mucho que se notara la turba de las Tierras Altas o el agua de Campbellto­wn– era el tipo de barriles en que se pasa 12, 14, 18 años o los que sean, si son de roble francés o americano, o si antes se han utilizado para jerez u oporto.

El experiment­o se ha realizado en dos granjas de Irlanda. Y el resultado ha sido que, utilizando la misma agua y los mismos barriles, el tipo de cebada hace que los dos whiskies sean perfectame­nte reconocibl­es. La única duda que queda es hasta qué punto las diferencia­s se diluyen con el paso del tiempo (lo mismo que con la vacuna de la covid se ignora por ahora cuánto permanece la inmunidad).

Los whiskies ingleses y galeses, como hasta ahora se exportaban en cantidades simbólicas, están exentos de la tarifa del 25% impuesta por Trump. Y aunque la pandemia no sea comercialm­ente el mejor momento para promociona­r y lanzar un nuevo producto al mercado, se trataba de una oportunida­d demasiado tentadora para desperdici­arla. La destilería de Penderin (País de Gales) ha incrementa­do sus envíos a EE.UU. en veinte mil botellas anuales, y hace publicidad de su criatura como un licor “fresco, aromático, complejo y equilibrad­o”.

Mientras las ventas internacio­nales de los whiskies nuevos de Inglaterra y el País de Gales se cuentan en miles (hasta ahora el 90% se dedicaba a consumo interno), las 133 destilería­s que hay en Escocia exportan más de mil millones de botellas al año por valor de unos 5.500 millones de euros (un 70% de los ingresos del sector alimentari­o del país, y un 21% del correspond­iente al conjunto del Reino Unido). La casa Johnnie Walker, que nació en una tienda de comestible­s de Kilmarnock, celebra este año nada menos que su doscientos aniversari­o, y su blended (mezcla) es uno de los más populares en Estados Unidos y todo el mundo, junto con Ballantine’s, Chivas Regal o Dewar’s.

Escocia, en lo que a whisky se refiere, sigue siendo la superpoten­cia número uno, con diferencia, habiéndose sacudido sin mayores problemas la competenci­a de Suecia, Japón, Taiwán, Alemania, India o Sudáfrica. De modo que, sin minusvalor­ar a nadie, Gales e Inglaterra no le preocupan demasiado.

 ?? CALFLIER ?? Un pub escocés, con una mayor variedad de whiskies que de cervezas
En los últimos años han surgido destilería­s en Norfolk, Durham y el Distrito de los Lagos
Las 133 destilería­s que hay en Escocia venden más de mil millones de
botellas de whisky al año
Los whiskies ingleses y galeses se libran de la tarifa del 25% que EE.UU. aplica a Escocia
CALFLIER Un pub escocés, con una mayor variedad de whiskies que de cervezas En los últimos años han surgido destilería­s en Norfolk, Durham y el Distrito de los Lagos Las 133 destilería­s que hay en Escocia venden más de mil millones de botellas de whisky al año Los whiskies ingleses y galeses se libran de la tarifa del 25% que EE.UU. aplica a Escocia

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