Mercado en África (1)
Para invertir bien en arte, durante años se dijo en entornos financieros de Nueva York que había que comprar pintura de artistas varones, blancos y americanos. Más allá de lo políticamente incorrecto que esto nos pueda sonar hoy, mirando la lista de los artistas más cotizados de la segunda mitad del siglo XX, tristemente, no iban desencaminados. Hoy la realidad en relación a las prácticas artísticas contemporáneas y su contexto es bien distinta, y difícilmente se puede articular una colección seria sin ampliar la mirada al trabajo de las mujeres artistas, a la sensibilidad aportada por las minorías étnicas o incorporando obras de otras latitudes.
Si hace unas semanas comentábamos proyectos como el de South South, que incide en el panorama artístico del Global South, hoy quisiera poner el foco en el mercado africano. No solo en aquel que desarrollan de forma un tanto precaria artistas, galerías y ferias de arte en los 54 países africanos, sino también el que es fruto de la llamada diáspora negra. Un mercado que, si bien durante años se ha subestimado, desde hace un decenio está creciendo, y movimientos como el #BlackLivesMatter han ayudado a que el sector del arte le haya puesto la mirada, valorando su autenticidad. Ahora mismo, incluso con las adversidades provocadas por la pandemia, está eclosionando y encuentra, tanto en ferias como en proyectos de galerías, nuevos modelos para promocionarse, en el propio continente y en las grandes capitales del arte. Asimismo, que el