¿Qué pasa con la inflación?
Es la palabra de moda. O el efecto de moda. El que muchos estudiantes jóvenes de economía solo han visto en libros académicos. Y me refiero a la que marca el IPC, la que tiene efecto directo en los activos financieros, no en el coste de la vida, que ese pocas veces ha dejado de subir. Pero me centro: llevamos varias sesiones viendo cómo la rentabilidad exigida a la deuda pública viene ampliándose fruto de esas expectativas inflacionistas, lo que también se ha trasladado ya a los diferenciales del crédito corporativo y a las valoraciones de las bolsas, sobre todo de aquellas compañías que más habían avanzado en los últimos meses (en parte por un efecto de matemática financiera que dejamos para otro día). Lo de que en las próximas lecturas de precios vamos a ver saltos importantes tampoco es tan difícil de proyectar. ¿Cómo? Para el dato de marzo, la base de nuestro cálculo interanual será un número completamente deprimido por haberse dado cuando el confinamiento era nuestro día a día y prácticamente no se podía ni producir ni consumir. Es lo que se llama efecto base y se producirá tanto en Europa como en Estados Unidos. ¿Y cuándo? O mejor dicho, ¿hasta cuándo? Es la pregunta del millón. Desde luego que en Estados Unidos hemos visto presiones en los precios de los insumos de producción y buenos datos de ventas minoristas, pero en Europa… Si en Europa no conseguimos reavivar la economía entre el 2011 y el 2019, lo suficiente como para subir mínimamente los tipos de interés, ¿vamos a solucionar el socavón económico que nos ha dejado la pandemia en pocos meses? Si tuviese que apostar, apostaría a que no, que nuestra inflación no va a ser sostenida, pero el efecto base tendrá sus semanas de protagonismo y tenerlo en cuenta, nos guste o no, también es parte del juego.
SOLARIA -9,79%