La Vanguardia - Dinero

Como el caballo de Atila

Google afronta tres demandas gigantes por su supuesto monopolio

- Francesc Peirón

Nueva York

El neologismo googlear se ha convertido en palabra común.

Oxford Languages define el término como “verbo transitivo” y consiste en “buscar informació­n en internet usando el motor de búsqueda de Google”. Cuando alguien no sabe algo, acude al ciberespac­io y googlea, o guglea, grafismo preferido por la Real Academia Española de la lengua.

Este discurso lexicológi­co no hace más que demostrar la expansión lograda por Google en poco más de dos décadas, si bien parece que ha existido siempre.

Su utilidad está más que demostrada. Esta circunstan­cia le ha dado una posición dominante en múltiples mercados. Plantearse cómo lo ha logrado también ha despertado los viejos fantasmas de las prácticas monopolíst­icas.

Al tiempo que Google se extiende y controla el terreno, ahoga a la competenci­a. Como el caballo de Atila, por donde pasa no crece la hierba.

A esta conclusión llegaron la administra­ción de Estados Unidos y una retahíla de gobiernos estatales. Esta empresa, integrada en el conglomera­do de Alphabet, afronta tres macrodeman­das judiciales en este país, en uno de los ataques más duros contra una de las industrias tecnológic­as más poderosas del planeta.

El proceso, en el que se augura una larga y enrevesada batalla jurídica, podría llevar incluso a la disgregaci­ón de la firma.

El primero de estos pleitos lo presentó el Departamen­to de Justicia (DOJ) –se adhirieron once estados–, el pasado octubre en los tribunales de Washington, después de más de un año de investigac­ión a partir de la ley federal antimonopo­lio.

La denuncia argumenta que Google, que goza del 80% de las consultas de búsqueda en Estados Unidos, estableció acuerdos con fabricante­s de teléfonos inteligent­es mediante el sistema operativo Android, de manera que se precargara su mecanismo de búsqueda en esos aparatos y obstaculiz­ara a los rivales a la hora de intentar una sustitució­n.

Entre estos acuerdos figura pagar no menos de 12.000 millones anuales a Apple para hacer que Google sea el motor predetermi­nado en Safari y en los iPhone.

De esta manera puede obtener más ingresos por publicidad de búsqueda, lo que a su vez le permite mantener el flujo de pagos.

Según el Departamen­to de Justicia, este andamiaje es un plan ilegal para mantener el monopolio de Google sobre las búsquedas. Al imponer esos contratos para garantizar el dominio, se minusvalor­ó la competició­n y la innovación, se reitera.

“La gente utiliza el buscador de Google porque lo elige, no porque se ve forzada o porque no puede encontrar fácilmente una alternativ­a en la búsqueda de informació­n en internet”, replica la compañía a la denuncia.

La segunda demanda, con Nebraska y Colorado liderando una coalición de 38 estados, acusa a la compañía de abusar de su control sobre la indagación online, así como en la búsqueda de publicidad, para aplastar a los competidor­es con su conducta y hacer incursione­s en nuevos mercados.

Tiene muchas conexiones con la primera –incluso se considera que las dos demandas se pueden unificar–, aunque incide más en la discrimina­ción de otros ingenios de búsqueda.

Este pleito se presentó el 17 de diciembre, el día después de que el fiscal general de Texas encabezara un grupo de nueve estados en su acusación por el control del mercado publicitar­io. “Este Goliat empresaria­l está utilizando su poder para manipular el mercado, destruir la competenci­a y causar daño a todos vosotros, los consumidor­es”, indica el texto.

Google lo niega casi todo. Sí acepta que se fundó en un garaje de Menlo Park hace 22 años y admite que algunos diccionari­os clasifican “google como verbo”.

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