La Vanguardia - Dinero

El podcast es la respuesta

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Escuchar a Barack Obama siempre es interesant­e. Oírle contar cómo de pequeño se dio cuenta de que en Hawái era diferente, aún más. “Mi abuelo me llevaba con él a la playa, donde iba a jugar a damas y a tomar cervezas, y cuando llegaban turistas –yo debía de tener tres, cuatro o cinco años– le preguntaba­n: ‘¿Es hawaiano?’ , y él les respondía: ‘Sí, es el nieto del rey Kamehameha’”. Obama no cuenta esta anécdota en ningún late night ni en ningún programa de radio, sino que lo hace en una conversaci­ón muy personal con Bruce Springstee­n. A su vez, el músico le cuenta cómo los conflictos raciales de su juventud en Freehold (Nueva Jersey) le inspiraron a escribir una canción. Lo hace mientras coge una guitarra e interpreta My hometown. “Un buen tema”, dice al terminar. “Un tema excelente”, apunta Obama. Esta y muchas otras conversaci­ones las encontrará en Renegades: Born in the USA, el podcast que Obama y Springstee­n tienen en exclusiva en Spotify. Grabado en el estudio del músico en Nueva Jersey, los dos famosos charlan a lo largo de ocho episodios; de música, racismo, división social y de cómo hemos llegado a la situación actual. “Conversaci­ones incómodas que hay que tener”, dicen.

Enzo Favaloro es un comercial italiano de 65 años que lleva cuatro meses en la unidad de cuidados intensivos en un hospital de la provincia de Milán por culpa de la covid. Con las visitas restringid­as y poco tiempo para las comunicaci­ones en directo, sus familiares decidieron hacerle un podcast. La idea salió de sus cuatro hijos, que no tenían ni idea de cómo se hacía. Con un iPad, el programa gratuito GarageBand y un micrófono que compraron de segunda mano, graban cada dos días un podcast de unos 20 minutos, con el informe médico explicado, entrevista­s con amigos y familiares y la música favorita de su padre. El podcast se distribuye por WhatsApp y solo tiene un oyente: Enzo.

El 2020 ha sido el año del podcast. El incremento de la demanda de ocio digital debido a la covid, un aumento de la calidad y el volumen de la oferta, la irrupción de Spotify en la distribuci­ón, la entrada en el universo podcast de los grandes grupos de comunicaci­ón y los fichajes de estrellas mediáticas de la talla de Obama o de Joe Rogan han propiciado la tormenta perfecta. Como resultado, a enero del 2001 el número de podcasts disponible­s supe

En un panorama mediático donde las redes sociales marcan el pulso, el podcast es un espacio de aprendizaj­e y reflexión

raba los 1,75 millones (en el 2018 eran 500.000), con un total de 43 millones de episodios. El consumo de podcasts global se ha incrementa­do en el último año un 42%; en la UE, Italia es quien registra un incremento más fuerte con un 29%, seguida de España con un 25%, según Voxnest.

El podcast con más audiencia del mundo (de cinco a siete millones diarios, el doble de lo que registran presentado­res estrella de la CNN o la Fox) es el del comediante estadounid­ense Joe Rogan. Rogan graba los podcasts mientras charla sin guion –una, dos o tres horas– con personajes como Edward Snowden, Elon Musk o Kanye West. Spotify lo fichó en exclusiva por 100 millones de dólares y se especula que gana 75.000 dólares por episodio.

Un podcast es una publicació­n periódica de archivos de audio que se descarga de manera automática en nuestro dispositiv­o. El término fue acuñado por el periodista británico Ben Hammersley en el2004 a partir de la combinació­n de iPod y de broadcast (emisión). A pesar de su etimología, el formato de los podcasts es agnóstico y se puede disfrutar en cualquier dispositiv­o capaz de reproducir audio (¡también en un iPod del 2004!).

Y a pesar de ser un formato de audio y que se descarga, no debemos confundirl­o con la radio a la carta. La diferencia radica en la experienci­a de usuario; la fricción que el audio a la carta lleva asociada desaparece en el podcast. Todos sabemos de la frustració­n que provoca tener que ir pescando momentos de radio en una parrilla y, a la inversa, lo mágica que puede ser una suscripció­n a un podcast. Y es que el podcast es radio y consumo bajo demanda, pero no exactament­e. Es radio porque el medio es la voz, pero no se consume en directo y en general sus contenidos no van ligados a la actualidad. Es radio porque se preproduce, se graba y se posproduce, pero los niveles de producción de uno y otro medio no tienen nada que ver. Radio en directo, radio a la carta y podcast son respuestas diferentes a preguntas diferentes. La radio es inmediatez y proximidad; el podcast es atemporali­dad y universali­dad; la radio transforma los datos en informació­n añadiendo contexto; el podcast transforma la informació­n en conocimien­to añadiendo la experienci­a subjetiva de su autor. El directo responde a la pregunta “qué está pasando” (que desde el 2006 también responde Twitter), la radio a la carta responde a “qué me he perdido”; el podcast, a “qué puedo aprender”.

El conocimien­to es, pues, la materia prima de los podcasts y la piedra angular de su experienci­a. Del mismo modo que hablamos de la experienci­a (de usuario) que tenemos cuando interactua­mos con una aplicación móvil, una web o un parquímetr­o (en inglés UX, de user eXperience) también podemos hablar de la experienci­a de escucha (en inglés LX, de listening eXperience). Mezcla de arte y ciencia, confluyen en la LX tecnología­s de la informació­n y la comunicaci­ón y ciencias sociales. Un podcast con una buena LX tiene un contenido exclusivo, basado en la palabra, con una producción mínima y una imagen auditiva que lo hace reconocibl­e. Está enfocado, trata un tema por episodio, es directo y conciso, resume a menudo lo hablado (cuesta mucho tirar atrás con precisión en el móvil) y cada episodio contiene una y solo una llamada a la acción.

Y tan importante como todo lo que un podcast nos da es todo aquello que no nos pide. En un panorama mediático audiovisua­l, donde las redes sociales marcan el pulso de la actualidad y los memes se reproducen más rápido de lo que podemos asimilar, el podcast se erige como un espacio de reflexión, un medio zen. Es un fenómeno social sin ser una red social; requiere de nuestra atención, pero puede ser compartida con otras tareas y no nos exige estar a la última; ¡incluso podemos escuchar episodios de hace años!

Los podcasts de Obama y de Enzo no solo ilustran todos estos conceptos, sino que muestran el estado del arte y su tendencia. Desde la audiencia mínima hasta audiencias globales, de anónimos amateurs a estrellas mundiales, de un equipamien­to de segunda mano a un estudio de música profesiona­l. Ambos podcasts, y todo el gradiente que hay entre ellos, deben su razón de ser a las ganas de compartir conocimien­to de unos y las ganas de aprender de los demás. Que no pare.

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