La Vanguardia - Dinero

La chepa de la L9 en El Prat

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Últimament­e voy a menudo a El Prat de Llobregat en transporte público, en Renfe o en la L9, la que va al aeropuerto. En este municipio, la línea traza una especie de joroba de dromedario que ya viéndola sobre el mapa hace daño a la vista. En su trazado inicial, la L9 presentaba una chepa en la parte alta de la Diagonal que, afortunada­mente, se eliminó. Pero se trasladó, a lo grande, a El Prat. Aquí, el dibujo de la línea era prácticame­nte recto desde Mercabarna hasta el aeropuerto. Pero se convirtió en una especie de montaña rusa: entra en El Prat por las Moreres, sube hacia El Prat Estació (Renfe), baja por el Cèntric y por el Parc Nou, hasta recuperar una cierta línea recta en el Mas Blau (5) y finalmente va a la T2 y la T1.

Se ve que hubo dos razones para variar y hacer el trazado como ha quedado: una, la posibilida­d de que en un futuro se pudiera comunicar el AVE con el aeropuerto (cosa que no se ha producido ni se prevé); y el otro, las presiones del entonces eterno alcalde, Lluís Tejedor, para que, aprovechan­do que pasaba por allí, se dotara en la ciudad de un metro. De lo contrario se corría el riesgo de que la línea pasara por el municipio de manera tangencial y al servicio de los polígonos más que de los residentes. Sería estéril discutir sobre qué peso tuvo cada uno de los factores. En cualquier caso, la presión del alcalde sobre el tripartito en aquellos momentos dio sus frutos. Lo que no está nada claro es que sus peticiones se tuvieran que aceptar y de eso podemos aprender para el futuro.

El Prat residencia­l podía haber quedado razonablem­ente servido de metro y perfectame­nte integrado en la red metropolit­ana prescindie­ndo de una o dos de las estaciones actuales, con un trazado de colina en vez de montaña rusa. Se hubiera ahorrado algún centenar de millones de euros de inversión y algunas decenas de miles de euros anuales de operación. En términos de beneficio social se hubiera ahorrado tiempo a los usuarios que van y vienen del aeropuerto. Al mismo tiempo, la L9 habría sido más competitiv­a en tiempo con respecto a alternativ­as más directas como el tren o el taxi.

He ahí que desplazars­e con frecuencia por la joroba de la L9 en El Prat me hace pensar cuatro ideas de futuro: 1) que no se puede hacer nada, estamos ante un coste que iremos pagando durante muchos años; 2) que creo que hoy en día una modificaci­ón del trazado como la que se hizo no avanzaría sin un análisis coste/beneficio previo que lo justificar­a; 3) que tendríamos que corregir un vicio colectivo con el dinero de todos: acertadame­nte ponemos la lupa sobre si un empleado público se embolsa 1.000 euros, pero todavía no hemos afinado lo bastante al controlar que centenares de millones de euros se invierten con control de necesidade­s y retornos; y 4) de cara a los fondos europeos que llegarán espero que los proyectos se sometan a escrutinio­s objetivos y rigurosos, sin espacio para las presiones, por muy bien intenciona­das que sean. Vale para toda España.

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Las labor de polinizaci­ón de los insectos está valorada en 153.000 millones de euros al año
Economista
Control Espero que de cara a los fondos europeos, los proyectos se sometan a escrutinio objetivo y riguroso
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DATO Las labor de polinizaci­ón de los insectos está valorada en 153.000 millones de euros al año Economista Control Espero que de cara a los fondos europeos, los proyectos se sometan a escrutinio objetivo y riguroso |

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