Un valor diferencial
Las tensiones con China y la caída de las ventas evidencian la necesidad de un cambio de modelo
Las grandes marcas de moda occidentales están sufriendo la ira de China, con boicots en sus productos y caídas en bolsa. El motivo: el llamamiento a no utilizar en sus prendas algodón procedente de Xinjiang, región que concentra el 87% de la producción de algodón del país y en la que el gobierno comunista estaría sometiendo a “trabajos forzados” a la minoría uigur, según denuncian varios estudios. Ante el gran poder del gigante asiático, que es además el mayor mercado de consumidores del mundo, ya hay marcas que han dado un paso atrás.
Este conflicto es tan solo la punta del iceberg de las problemáticas sociales y medioambientales que se esconden detrás de la que es la segunda industria más contaminante del mundo. “Debemos dejar de producir tanta ropa. No la necesitamos. En Europa se estima que 2,5 millones de prendas acaban en la basura habiendo sido usadas solamente una media de seis veces. Hay que fabricar menos y con mejores calidades, ropa más duradera, reparable y versátil”, señala Virginia Rondeel, cofundadora y presidenta de Post Industrial Fashion Show.
La última moda entre las grandes compañías del fast fashion o moda rápida son las compras en línea, con las que buscan amortiguar la caída de las ventas en tiendas físicas como consecuencia de la Covid-19. “Te animan a comprar y devolver tantas prendas como quieras sin tener que pagar costes de transporte y todo lo que es devuelto va directamente a la basura porque no les compensa limpiarlo para volverlo a vender”, denuncia Rondeel, quien participó en un ciclo de jornadas sobre economía circular organizado por el Observatorio Social de la Fundació La Caixa y Estudi Ramon Folch & Associats. A pesar de esta práctica, las ventas de moda cayeron cerca de un 40% en España el año pasado.
En el evento #PorUnaModaSostenible, organizado por las firmas Ecodicta y Loom, 78 marcas de moda, expertos del sector y start-ups se reunieron para sentar las bases de una moda presente y futura más respetuosa con las personas y el planeta. En un documento de conclusiones finales, los profesionales reunidos apuestan por la producción local y de menores tiradas, pero alertan de las dificultades pata “encontrar talleres que estén dispuestos a realizar producciones pequeñas”. Con la fabricación de proximidad se busca no solo garantizar la contratación de mano de obra en condiciones laborales dignas, sino reducir las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con el transporte.
No menos importantes son los materiales. El poliéster, que se obtiene del petróleo, representa el 55% de la producción textil mientras que el algodón, en cuyo cultivo se usan grandes cantidades de pesticidas y de agua, supone el 27%. Para minimizar el uso de nuevas materias primas, en #PorUnaModaSostenible se recalcó la importancia de “utilizar materiales reciclados y reciclables en la medida de lo posible”. En esta línea, algunas marcas ya utilizan fibras de plástico procedentes de residuos para la confección de sus prendas. Cuando no sea posible, Rondeel insta a priorizar materiales como la lana, el lino, el cáñamo o el bambú. La presidenta de Post Industrial Fashion Show también destaca la importancia de optar por tintes naturales.
La creciente producción de prendas de vestir y complementos de los últimos años ha llevado a la industria de la moda a ser responsable del 20% de los vertidos tóxicos a ríos y mares y del 10% de las emisiones de dióxido de carbono.
La incorporación de la economía circular, aquella en la que los residuos son convertidos en nuevas materias primas, debe ser vista como “un valor diferencial del compromiso con la sostenibilidad”, concluyeron los expertos reunidos en el encuentro de Sustainable Brands® Madrid 2021, con firmas como Timberland, Mud Jeans y VF Corporation.