La Vanguardia - Dinero

La rebelión de los quesos y el jamón

El modelo de etiquetado alimentari­o Nutri-Score genera debate entre productore­s y comunidad científica

- Ramón Álvarez

“No tiene ningún sentido que un sistema de etiquetado que debería ayudar al consumidor a llevar una dieta equilibrad­a premie a los ultraproce­sados y penalice a alimentos que forman parte de la dieta mediterrán­ea”. La opinión de Jesús Pérez, portavoz de la Asociación Interprofe­sional del Cerdo Ibérico, resume la de una buena parte del sector agroalimen­tario español. Liderados por los representa­ntes del aceite de oliva, los ibéricos y el queso, numerosos productore­s se han unido a las críticas del sistema de etiquetado frontal Nutri-Score adoptado por el Ministerio de Consumo y que ya exhiben numerosos productos, aunque su aplicación aún es voluntaria.

El sistema, adoptado también por Francia, Alemania, Bélgica y los Países Bajos, se basa en un algoritmo que teniendo en cuenta los porcentaje­s de los tres elementos básicos de los alimentos –proteínas, grasas y carbohidra­tos– y una unidad de consumo de 100 gramos otorga a cada producto un color (del verde al rojo) asociado a cinco letras (de la A a la E), en una gradación de más a menos saludables. Sin ser aún el modelo de etiquetado frontal para los alimentos envasados que debe adoptar la UE en el 2021, su implantaci­ón en varios países podría acercarlo al modelo definitivo.

Los productore­s de los alimentos más castigados –básicament­e los que contienen un mayor porcentaje de grasas, azúcares o calorías, indiferent­emente de su nivel de procesado– critican que no se distingan los lípidos ni se tengan en cuenta los minerales que contienen. La equiparaci­ón de las cantidades de consumo es otro de los puntos más criticados, ya que en el caso del aceite de oliva o del jamón ibérico difícilmen­te se consumen 100 gramos en una ingesta.

La rebelión de muchos sectores ha llevado a que diversos países ya hayan intervenid­o. Francia, por ejemplo, permitirá que los quesos se queden fuera del etiquetado, en tanto que España ha subido la gradación del aceite de oliva de la D o la E a la C, el valor intermedio.

Sin embargo, los productore­s más afectados creen que la única solución es un cambio de sistema. “Los modelos de etiquetado deben

Es la unidad de medida que toma el sistema

Nutri-Score para realizar su valoración trasladar una valoración integral del alimento, objetiva, veraz y científica­mente respaldada”, señala Javier de Miguel, presidente de Asociación Nacional de Fabricante­s de Queso, que cuenta con el apoyo de la Federación Nacional de Industrias Lácteas. Más que una afectación económica difícil de cifrar, los productore­s temen la estigmatiz­ación de sus productos. “No puede ser que alguien pueda entender que cuando come una loncha de jamón está pecando contra su salud, porque no es así”, señala Jesús Pérez.

En el seno del Gobierno, el modelo también ha abierto un nuevo frente entre socios, ya que mientras Consumo, liderado por Alberto Garzón, señala que el modelo “pretende facilitar la comprensió­n de la calidad nutriciona­l de los alimentos, a fin de que el consumidor elija la opción más adecuada para su dieta con el objetivo último de reducir en la población española la prevalenci­a de obesidad y sobrepeso”, Agricultur­a, Pesca y Alimentaci­ón, con Luis Planas al frente, ha mostrado su apoyo a los sectores críticos y se muestra partidario a una revisión a la que este jueves ya instó la Comisión de Industria, Turismo y Comercio del Senado con el apoyo de populares y socialista­s.

Desde la comunidad científica también se pide una revisión. Gregorio Varela, presidente Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentaci­ón y Dietética y de la Fundación Española de la Nutrición, defiende un modelo que reconozca las bondades de la dieta mediterrán­ea y no beneficie a los alimentos ultraproce­sados.

100

Gramos

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