La Vanguardia - Dinero

Elogio a los profesiona­les que dudan

La inmodestia y la incompeten­cia son almas gemelas. Hay que apostar por quienes se hacen preguntas

- Oriol Montanyà Efecto Dunning-Kruger

Barcelona

El fundador de Microsoft, Bill Gates, ha reconocido en más de una ocasión que el principal error de su carrera fue la incapacida­d de competir con Apple en la telefonía móvil. Y es que no es ningún secreto que el Windows Phone pasó por el mercado sin pena ni gloria. Pero si queremos conocer las causas que provocaron este sonado fracaso tenemos que centrarnos en la figura de Steve Ballmer, el CEO que tenía Microsoft a principios de siglo, conocido por su alto nivel de soberbia, hasta el punto de burlarse públicamen­te de la presentaci­ón del primer iPhone que hizo Steve Jobs en el 2007, asegurando que nadie querría un teléfono tan caro y sin teclado.

Por el contrario, el creador de Android, Andy Rubin, hizo detener el coche en el que viajaba durante la exposición de Steve Jobs para no perderse ni un detalle del revolucion­ario producto que estaba lanzando Apple. Además, fascinado por lo que acaba de ver y escuchar, enseguida llamó a sus colegas de Google para decirles: “si de verdad queremos competir con este iPhone tenemos que tirar el teléfono que estamos a punto de sacar y volver a empezar desde cero”. Así es como Android inició su carrera para erigirse en el único rival de iOS, mientras Microsoft seguía su particular camino hacia el abismo, completame­nte solo, sin haber conseguido la complicida­d de las compañías operadoras, ni de los fabricante­s de teléfonos, ni de los desarrolla­dores de aplicacion­es.

La vanidad de Steve Ballmer fue la antesala del mayor fracaso de Microsoft. Una historia que no tiene carácter excepciona­l, sino que se repite con demasiada frecuencia en todo tipo de empresas e institucio­nes. Movido por la curiosidad sobre estas cuestiones, el psicólogo David Dunning decidió emprender un estudio científico para determinar si existía algún tipo de relación entre la inmodestia y la incompeten­cia.

Para comprobarl­o, Dunning y su alumno más brillante, Justin Kruger, idearon una serie de tests para

El estudio ganador del Ig Nobel de Psicología del 2000 ha modificado

criterios de selección los estudiante­s de psicología de la Universida­d de Cornell, en los que se valoraba su nivel de lógica, gramática y sentido del humor. También se les preguntaba en qué posición creían que quedarían con respecto a sus compañeros. Y los resultados fueron concluyent­es: los alumnos con peores notas eran los que creían estar entre los mejor valorados, en contraste con las personas más brillantes, que tenían tendencia a infravalor­arse.

Esta teoría es conocida como el efecto Dunning-Kruger y ayuda a entender que los sujetos más incompeten­tes sobrevalor­an su propia capacidad, al mismo tiempo que tampoco saben reconocer la capacidad de los demás. Una aportación muy relevante, reconocida con un premio Ig Nobel, que tiene implicacio­nes profundas sobre los postulados clásicos de los Recursos Humanos, aquellos que nos animaban a presentarn­os a las entrevista­s de trabajo simulando una gran seguridad, siendo los más asertivos posible y sin dejar entrever ni una pizca de nervios.

Dunning y Kruger alertan del peligro de rodearse de personas demasiado engreídas. Y es que la duda motiva el aprendizaj­e y permite avanzar, mientras que la seguridad ilusoria frena el conocimien­to y genera inmovilism­o. Hay que apostar por las personas humildes que se hacen preguntas y demuestran inquietud intelectua­l, porque las que solo ofrecen respuestas categórica­s empobrecen la innovación. Así que cuando veamos a un candidato con ciertos nervios en una entrevista de trabajo, siempre podemos recordar lo que decía Jorge Luis Borges: “dudar es el sinónimo más cercano a la sabiduría”.

1999

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