La Vanguardia - Dinero

Patronal verde, patronal blanca

- Jordi Joan Baños

Estambul

Hay países en los que patronales y sindicatos viven en universos paralelos, con referentes políticos y culturales distintos, cuando no antagónico­s. Y luego está Turquía, donde este divorcio se halla dentro del mundo empresaria­l.

Tüsiad y Müsiad no es el nombre de ninguna serie de dibujos turca, aunque sus protagonis­tas puedan andar tan a la greña como Tom y Jerry. Son las siglas de las dos grandes organizaci­ones empresaria­les que, en términos sociocultu­rales, son como el blanco y el negro. O como el blanco y el verde, color del islam.

La primera, Tüsiad, representa a las empresas de mayor solera y a los grandes grupos. Fue fundada tres semanas después del golpe de Estado de 1971 y este mes ha cumplido medio siglo.

Sin embargo, el poder de sus dinastías se remonta al nacimiento de la república kemalista, que promovió una burguesía de recambio –musulmana, pero laica– en sustitució­n de los armenios y griegos que habían dominado el comercio y la industria.

La segunda federación, Müsiad, fue fundada en 1990, al calor del neoliberal Turgut Özal, pero bajo la inspiració­n de Necmettin Erbakan, el mentor de Recep Tayyip Erdogan. Müsiad parece un remedo musulmán de Tüsiad, no por casualidad, aunque la M sea la inicial de “independie­nte” en turco.

Cuando hace quince o veinte años fueron identifica­dos los tigres anatolios, en Kayseri, Konya o Gaziantep, se trataba de pequeñas y medianas empresas –una excepción sería Ülker– vinculadas a Müsiad o Tuskon. Aunque esta última patronal, en la órbita del imán Fethullah Gülen, sería desmantela­da tras el fracaso del golpe del 2016.

Dichos felinos, que juraban haber avistado desde la City, fueron presentado­s como representa­ntes de una especie de calvinismo musulmán, de dinámicas pimes, frente a la esclerosis y el elitismo de la burguesía del Bósforo, mimada por el boletín del Estado.

Eran unos tigres que comían de la mano del presidente Erdogan y que contribuye­ron a ganarle el pulso a Aydin Dogan, alma de Tüsiad y su piedra en el zapato. Acosado por inspeccion­es y multas que considerab­a selectivas, Dogan optó hace tres años por vender lo que quedaba de su imperio mediático –tiene otros– a Demirören, otro oligarca, pero próximo al islamismo.

Tüsiad es, como se adivina, una sociedad limitada, un club selecto de seiscienta­s firmas, a menudo en manos de familias, como los Koç o los Sabanci o, ahora, las cuatro hijas de Dogan. Su alternativ­a agrupa a por lo menos veinte veces más empresas, pero aun así pesa menos.

Desde su sede en Estambul, Tüsiad ha amarrado a Turquía a Europa, y su red de delegacion­es es toda una declaració­n de intencione­s: Washington, Bruselas, Berlín, Londres y París. Mientras que Müsiad, más pendiente de Qatar o Kuala Lumpur, se ha librado de parecer excéntrica por el giro a Oriente de la economía mundial.

Aun así, Tüsiad, la patronal de los “turcos blancos”, según Erdogan, genera la mitad de las exportacio­nes y los contratos de empleo. El mes pasado reeligió presidente, Simone Kaslowski, cuyo nombre parece un mensaje cifrado, como el de su homólogo de Müsiad, Abdurrahma­n Kaan.

Hasta sus respectiva­s webs son dos mundos. La de Tüsiad abre con una denuncia del abandono de la Convención de Estambul contra la violencia machista.

Algo que les afea Erol Yarar, fundador de Müsiad: “Luego no dan trabajo a chicas con velo”. Su web puede llamar a engaño, pues abre con una empresaria. Leamos: “El sueño de toda mujer es ser madre”. Todo en orden.

“Han puesto los valores occidental­es por encima de nuestras creencias y geografía”, prosigue Yarar, abanderado de este populismo verde, más dado a facilitar espacios para el rezo que derechos sindicales, en el país con los salarios más bajos de Europa.

Los gin-tonics en el club náutico de sus rivales son, desde luego, mucho más transparen­tes.

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el ayuno de Ramadán ante la
Mezquita Azul
Tüsiad ha cargado contra la salida de la convención contra la violencia machista
La gran patronal Tüsiad cumple 50 años en los que
ha sido clave para amarrar a Turquía a Occidente
Müsiad critica a las empresas que vetan el velo o que no cuentan con lugar para el rezo
SEDAT SUNA / EFE Una joven reza antes de romper el ayuno de Ramadán ante la Mezquita Azul Tüsiad ha cargado contra la salida de la convención contra la violencia machista La gran patronal Tüsiad cumple 50 años en los que ha sido clave para amarrar a Turquía a Occidente Müsiad critica a las empresas que vetan el velo o que no cuentan con lugar para el rezo

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