Bañadores que se salen de la línea
Gallina Catalina rompe con los estampados clásicos y apuesta por la producción local con tiradas cortas y materiales de proximidad
¡Si no te gusta lo que hay, hazlo tú misma! Esta es la conclusión a la que llegó Ana Sastre. “Tengo tres hijos y no había manera de encontrar bañadores de calidad y a buen precio para ellos, lo que era importante para mí porque veraneamos cerca del mar... Empecé a investigar, a contactar con productores, a realizar las primeras tiradas...”, recuerda. Lo explica casi como si no fuera su intención acabar creando una marca de bañadores: “Cada año la pelota se iba haciendo más grandes, con más ventas, más clientes, más producción...”, señala.
¿Por qué Gallina Catalina? “Mi hija tenía una gallina que se llamaba así. Ahora las catalinas y los catalinos son los clientes”, bromea esta economista de profesión. Antes de crear su propia empresa, Sastre trabajaba en la empresa familiar, pero desde hace nueve veranos destina sus energías a esta nueva aventura empresarial.
Con sus bañadores, Sastre viste a toda la familia. “Tengo desde la talla cero de bebé hasta la XXL para hombre”, indica. Su rasgo más diferencial –y su razón de ser– son los estampados, que rompen con la tónica habitual de los bañadores con dibujos para niños y niñas. Gallina Catalina apuesta además por la producción local. “Todo, desde los tejidos hasta la confección, tiene lugar en Catalunya”, afirma la empresaria. Vende directamente las prendas desde su estudio en Barcelona y a través de su página web. Factura unos 90.000 euros anuales.