El sudoku presupuestario

Pedro Sánchez está tentado de convocar elecciones generales para el próximo otoño ante la imposibilidad de aprobar otras cuentas

Se ha empezado a oír en los círculos de poder la posibilidad de que se adelanten las elecciones generales al otoño. Es decir, que Pedro Sánchez haría un Ayuso ante la imposibilidad de aprobar los presupuestos generales del Estado para el 2022. El objetivo sería quitarse a Podemos de encima, como el PP se quitó a Ciudadanos. Realizar la política económica que exige Bruselas con Unidas Podemos como socio, con Pablo Iglesias o con Yolanda Díaz, es prácticamente inviable.

Consensuar los nuevos presupuestos para el próximo año es una misión imposible. El motivo es el precio que van a reclamar los partidos que forman el bloque de la investidura. Especialmente exigente será ERC, preso de los anticapitalistas de la CUP y de los votos de JxC, si Pere Aragonès forma Govern.

Sánchez tiene una ventana de oportunidad en octubre para intentar articular una nueva mayoría. Para entonces prácticamente toda la población española estará vacunada y la pandemia empezará a ser un mal recuerdo del pasado, “¡y todo gracias a él!”.

Tras el verano previsiblemente se producirá lo que los economistas llaman el efecto botella de champán. Tras la fuerte caída del crecimiento del 2020, el segundo y el tercer trimestre van a registrar un fuerte crecimiento del PIB y del empleo. Es decir, un efecto óptico de que España va bien gracias a la resaca de una buena campaña turística veraniega y a unos fondos europeos que el presidente se apuntará también en su haber.

Además, los equilibrios políticos le resultarán propicios. El hundimiento de Cs deja el centro desarbolado. El PP, cada vez más escorado a la derecha tras el previsible triunfo de su ala más conservadora,

Comisiones Obreras y UGT vienen amenazando de forma velada a Pedro Sánchez con plantearle una huelga general. De hecho, no ha habido presidente del gobierno en nuestra democracia que no la haya tenido. La amenaza es cada vez más explícita. El líder de UGT, Pepe Álvarez, le ha avisado recientemente de que las calles serán “una maldición bíblica” hasta que el Gobierno cumpla sus promesas. Tal como ha dicho, la negociación sin movilización no funciona. Quieren convertir el 1 de Mayo en un auténtico

tour de force.