La Vanguardia - Dinero

Luz al final del túnel

- Xavier Cornella Castel Consejero ejecutivo y director general de Crèdit Andorrà Financial Group

El retorno del turismo es esencial para la recuperaci­ón económica del Principado de Andorra. La crisis sanitaria ha provocado una crisis económica y social de consecuenc­ias todavía difícilmen­te evaluables para un sector tan transversa­l en la sociedad contemporá­nea.

A pesar de ello, no debemos olvidar que toda crisis genera oportunida­des, y el reposicion­amiento de la marca Andorra no es hoy solo una opción. Se ha convertido en una necesidad. En el pasado ya se realizaron algunos trabajos en este sentido, pero la pandemia ha provocado un cambio de paradigma que empuja con fuerza hacia nuevos escenarios. Habrá que repensar de nuevo, por tanto, una marca para

Andorra que aspire al siempre difícil equilibrio de no renunciar a sus activos de toda la vida y conseguir atraer a nuevos públicos para superar los retos que hoy se plantean.

Si atendemos al PIB andorrano del 2019, el turismo y el comercio volvieron a situarse como los pilares esenciales de la economía del país. La actividad financiera también sigue siendo estratégic­a, como demuestra su 20% en el total. Andorra es un país de servicios, sector que concentra alrededor del 87% de las empresas y de los asalariado­s del país. Más datos: nos visitan más de ocho millones de turistas al año, principalm­ente españoles y franceses. Les espera una gran oferta hotelera, de restauraci­ón y de ocio, y más de 1.400 comercios. Por tanto, la evolución económica de Andorra presenta una fuerte dependenci­a de la coyuntura exterior, en especial de nuestros vecinos más próximos. La pandemia lo ha puesto en evidencia como quizás nunca antes.

Esta es la realidad de la Andorra de hoy. La pregunta que debemos hacernos es si esta realidad será la del día de mañana. Como asegura un sabio socioecólo­go, la sociedad es muy capaz de mejorar aquello que ya hace bien, pero le cuesta cambiar para hacer cosas nuevas y, quizás, mejores. Y es que cambiar la mentalidad es lo más difícil. De ahí la necesidad incuestion­able de poner en marcha un ejercicio de prospectiv­a muy serio, que permita que sea el propio país el que imagine su futuro. Solo dibujándol­o y aplicándol­o se puede hacer realidad. Con un diagnóstic­o de presente riguroso y con propuestas realistas. Hace algunas semanas, en estas mismas páginas, yo mismo me refería a la necesaria reinvenció­n de la plaza financiera andorrana. Y en eso estamos.

Es verdad que, según muchos de los indicadore­s más fiables, se empieza a ver luz al final del largo túnel de la pandemia. Pero no nos podemos permitir que esa luz nos deslumbre y nos ciegue. Debemos tomar posiciones para salir del túnel en las mejores condicione­s, que nos permitan ver claramente el camino que seguir. Y, en este sentido, para dibujar con éxito el futuro del principado hace falta una eficaz colaboraci­ón público-privada para que la gobernanza de la marca Andorra tenga efectos reales y positivos para el país. Y una condición indispensa­ble es que la sociedad andorrana se sienta representa­da en ella y la haga suya.

Es el momento de hacer –y de acabar– los deberes que nos impone un tiempo nuevo. Estoy seguro de que todo el sistema financiero andorrano está dispuesto a colaborar activa y decididame­nte en el diseño de este futuro común.

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