API Colau
Los locales comerciales vacíos son un problema complejo y de difícil resolución. En el Baix Llobregat, por ejemplo, ya saben de hace días lo que quiere decir, sometidos como están a la presión de las grandes superficies que los mismos ayuntamientos han promocionado. Para no hablar de los centros comerciales barceloneses en la Diagonal, tan al alcance con el tranvía .
En Barcelona, que con la caída del turismo y el aumento de la compra en línea empieza a probar su propia medicina, el Ayuntamiento pretende gastarse 16 millones de euros y comprar 30 o 60 locales comerciales y alquilarlos a precios favorables. Cuando se estima que hay unos 5.300 locales a pie de calle vacíos, quieren actuar sobre el 1% del total para impulsar “tiendas piloto para probar ideas de negocio”. Las redes rápidamente han ido llenas de acusaciones de presunto amiguismo clientelar. Y es que comprar locales comerciales para hacer vivienda social, que es lo bastante compleja y difícil, podría entenderse. O para hacer equipamientos locales. Ahora, para poner comercios a estas alturas no parece fácil de justificar. Pensar que el mercado no funciona y que la conversión del Ayuntamiento en API ayudará no se sostiene mucho.
Es cierto que están los mercados municipales, creados en su momento para asegurar el abastecimiento alimentario cuando todavía había problemas de suministro y de salubridad. Se trata de una herencia recibida de elevado valor simbólico y comunitario, en algunos casos también arquitectónico, y podemos justificar la continuidad y la modernización del modelo, a pesar de las elevadas inversiones. Pero hoy no se pueden copiar soluciones centenarias con los locales a pie de calle porque los problemas y las prioridades son otros.
Una actuación de este tipo solo tendría sentido explorarla si se concentrara en algún barrio determinado, como Ciutat Vella, especialmente golpeado y vulnerable a la pérdida de comercio local. Entonces podría tener algún efecto de arrastre sobre el resto de la oferta comercial, actual y potencial. Sin embargo, el simple hecho de anunciarlo dispararía las expectativas de los propietarios, encarecería y quizá impediría la operación. Tendríamos que hacer buena la frase atribuida a Felip V para alejar la lengua catalana: “Que salga el efecto sin que se note el cuidado”.
Esperamos que, si a pesar de todo, el gobierno municipal insiste en esta vía, primero la gestión vaya a cargo del Institut de Mercats, que es el que tiene experiencia en el sector. Segundo, que se concentre territorialmente y con discreción. Y tercero, que forme parte de una batería de medidas para estimular la oferta comercial y de servicios de nuevos emprendedores los más profesionales y sólidos posible.