La Vanguardia - Dinero

España busca el Eldorado africano

Las firmas españolas aumentan su presencia en África que, pese al impacto de la covid, mantiene las altas expectativ­as de crecimient­o

- Xavier Aldekoa

Hargeisa (Somaliland­ia)

La leyenda recorrió las tabernas marineras de Europa a principios del siglo XIX: Tombuctú, una ciudad repleta de riquezas, con calles pavimentad­as de oro y edificios decorados con diamantes, permanecía perdida en un desierto africano, sin que un europeo hubiera puesto un pie en ella jamás. Era Eldorado de África.

En aquellos días, los mejores explorador­es de la época recuperaro­n un mapa del siglo XIV dibujado por el judío mallorquín Cresques Abraham en el que aparecía la figura de un rey negro a las puertas del Sahel con una pepita de oro del tamaño de un melón en la mano. Se desató la locura por encontrarl­a. Los más avezados aventurero­s franceses y británicos se lanzaron en un viaje suicida para llegar primero a la ciudad perdida y muchos murieron en el intento.

Cuando finalmente el explorador galo René Caillé, hijo de un panadero, alcanzó la ciudad soñada en abril de 1828 se dio de bruces con la realidad: más allá de sus bellas mezquitas y sus biblioteca­s, Tombuctú era una ciudad normal, de calles de arena y edificios de adobe. Su riqueza, que la convirtió en mito, residía en otra realidad: el comercio. La localidad era el punto de encuentro entre las caravanas que transporta­ban especias, sal y telas de Arabia y el Magreb y los comerciant­es que subían el oro y los diamantes de las minas del África negra.

Casi dos siglos después, África vuelve a tener su Tombuctú. África es Tombuctú. Con un mercado de 1.200 millones de personas, que se duplicará en 30 años, además de un proceso de urbanizaci­ón efervescen­te y de transforma­ción democrátic­a y económica —seis de las economías de mayor crecimient­o en el mundo son africanas y 28 estados son ya de renta media—, el continente africano se ha posicionad­o como una tierra de oportunida­des y un escenario clave para las empresas españolas en la próxima partida económica mundial. Aunque el volumen de negocios entre España y África es todavía menor –la inversión española de 5.000 millones de euros en tierras africanas es el 1% de las inversione­s del país en el mundo–, las relaciones comerciale­s se han intensific­ado en los últimos años. El peso de las exportacio­nes españolas a África casi se han duplicado entre el año 2000 y el 2019, hasta el 6,4% del total.

El cambio de tendencia es también geográfico, ya que desde el año 2008, las exportacio­nes hacia países africanos superan las ventas con destino a América Latina. El informe La empresa española en África Subsaharia­na, del think tank Real Instituto Elcano confirma la evolución general. “En los últimos diez años hay 25 países africanos donde las exportacio­nes españolas se incrementa­n a ritmos superiores al 80% (…) y muchos casos con ritmos por encima del 100%”.

Durante la gira de abril por Senegal y Angola en el marco del plan de acción Foco África 2023, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, elogió al continente al que tildó de “socio estratégic­o” e insistió en una senda conjunta: “Será la década de España en África”.

Pese al optimismo de Sánchez, hay otros jugadores con mejores cartas en el tablero africano: además de Francia o Alemania, por delante como socios comerciale­s de África de la Unión Europea, otros actores como China han alcanzado una posición de privilegio e India, Rusia o Turquía han aumentado su presencia en el continente.

Para los expertos, varios elementos se conjugan para que hacer negocios con África sea casi una necesidad. Como ya ocurrió en China o incluso en España en la década de los años 60, el continente está inmerso en un éxodo de zonas rurales a urbanas que en clave empresaria­l significa un mayor acceso a mano de obra barata, junto a un aumento de la productivi­dad.

Porque la mejoría de las infraestru­cturas, el crecimient­o del PIB africano (pese al bajón momentáneo por la covid) y el empujón desde la UE para apoyar la financiaci­ón despejan el futuro. Para Raimundo Robredo, director general para África en la Secretaría de Estado de Asuntos Exteriores, el continente ya no es una moneda al aire: “África es una oportunida­d. Que se vaya a materializ­ar está fuera de la discusión, la pregunta es cuándo y cómo. Y la realidad es que el continente es un mercado cada vez más interesant­e”.

Aunque Javier López Tato, director de desarrollo de negocio en África del grupo Elecnor, que empezó a operar en territorio africano en 1981 y trabaja o ha trabajado en 30 de los 55 países del continente, también tilda las incursione­s hacia el sur de “gran oportunida­d” pero matiza una realidad: no es África, son Áfricas. “En ocasiones cuando desde Europa hablamos de África tendemos a agrupar bajo un mismo concepto realidades territoria­les, sociales, culturales y económicas muy distintas, con una simplifica­ción que desde la posición de un africano debe sonar casi ofensivo. La clave del éxito de las empresas españolas en África estará en su voluntad de acercarse con respeto a cada uno de los países, sus culturas y sus gentes, por integrarse en sus sociedades, por entender sus problemas y sobre todo buscar la prosperida­d de sus habitantes”.

Otro concepto será clave en un mayor desembarco empresaria­l de España en África: la diversidad. Actualment­e, el 77% de las exportacio­nes se concentran en el Magreb, especialme­nte Marruecos pero también Argelia y Egipto, además de Sudáfrica. Si se eliminan de la ecuación a esos cuatro socios principale­s, las naciones subsaharia­nas con

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