Gobernar la empresa
Jordi Canals, antiguo director del IESE, inspecciona el gobierno corporativo en busca de un nuevo modelo
La realidad de los recientes días, con las turbulencias financieras que azotan a la banca, hace que el último libro de Jordi Canals, Transformarse para perdurar (Deusto, 2023) sea más actual incluso que cuando él mismo lo escribió. En efecto, el antiguo director general del IESE entre el 2001 y el 2016 se muestra preocupado mientras se suceden las crisis del Silicon Valley Bank y del Credit Suisse. Queriendo hacer un juego de palabras, su consejo es... cuidar al consejo (de administración).
Su análisis es que muchas de las disfunciones empresariales actuales son imputables a mecanismos poco eficientes del gobierno corporativo, desde los criterios de selección adoptados para la composición del consejo de administración, hasta las relaciones no siempre idílicas con el consejero delegado.
Se citan casos de escuela, como el de General Electric que llegó a incorporar una entidad financiera en su holding hasta que ésta creció a desmesura y desequilibró las finanzas del grupo, cómplice la falta de regulación administrativa. “El consejo de administración tiene una responsabilidad real y legal. No se puede limitar a ratificar”, advierte Canals.
¿Y las normas actuales? No son suficientes? “Las obligaciones legales per se no ofrecen una versión integradora y completa de la misión de los consejos en el gobierno de la empresa”, sostiene.
Para Canals, el punto de equilibrio
de la arquitectura empresarial se puede encontrar en esa palabra que utiliza, la llamada “misión” o el propósito de la empresa.
Que es algo diferente de la necesidad de aumentar márgenes o de conseguir beneficios (“el trabajo de los consejos de administración no es salvar el capitalismo”), sino un concepto que va más allá y que constituye el alma alrededor del cual accionistas, stakeholders y gestores confieren sus esfuerzos y motivaciones. “Se trata de un compromiso que una organización asume para explicar por qué existe y por qué la sociedad le concede una autorización para operar”. Algo más que beneficios, pues. “Las ganancias sirven para pagar sueldos y remunerar a los accionistas. Pero la eficacia y la eficiencia de una empresa se tiene que hacer en el respeto de la ley, de las distintas partes implicadas, de la sociedad, del medio ambiente”, explica.
Mientras la gestión se enfoca, según Canals, en el corto plazo, el gobierno de una compañía es algo que se planea más para el largo plazo. con la finalidad no sólo de cubrir las necesidades de los clientes, sino de generar confianza. En este equilibrio, el consejo de administración y el equipo gestor o el consejero delegado tienen que trabajar juntos, como las alas de un avión.
Frente al clima político hostil con algunas empresas en España, Jordi Canals defiende una estrecha colaboración entre el sector privado y el sector público y un marco jurídico y fiscal que sea estable y predecible, inseguridad jurídica. En todo caso, para perdurar, la empresa tendrá que adaptarse. Una idea darwiniana que no es la ley del más fuerte, sino del más inteligente.
“El consejo no se puede limitar a ratificar las decisiones tomadas por el equipo gestor”