La estrategia de Lula tropieza con el banco central
El plan de crecimiento basado en la inversión pública choca con los tipos de interés reales mas altos del mundo
Los técnicos del Banco Nacional de Desarrollo Brasileño (BNDES) no son de los que bailan samba en los bares de Lapa, al otro lado del acueducto. Pero se palpaba un cambio de ánimos en la sede del megabanco público en Río de Janeiro tras la toma de posesión de Luiz Inácio Lula da Silva, en enero.
Durante el experimento privatizador de Jair Bolsonaro, la cartera de créditos del BNDES –préstamos a tipo reducido–, que había llegado a superar la del Banco Mundial, cayó a menos de la mitad en medio de acusaciones sin fundamento sobre corrupción en el banco. Asimismo, la inversión pública, un motor crucial de la economía brasileña durante los gobiernos de Lula entre el 2003 y el 2011, prácticamente desapareció.
Ahora vuelve la voluntad presidencial de colocar al Estado en el papel de locomotora y reactivar una economía que se estanca otra vez, después de un breve repunte pospandémico. “¡El BNDES vuelve!”, insistió el nuevo presidente del banco, Aluizio Mercadante, durante un seminario celebrado en la sede del banco. “Queremos duplicar nuestros créditos; así reactivaremos la inversión y la producción”, añadió.
Lula ha repetido en las últimas semanas su apoyo a un plan de reactivación basado en la expansión fiscal y la inversión pública. Petrobras, la petrolera estatal, que fue parcialmente privatizada por Bolsonaro tras convertirse en el blanco principal de la investigación anticorrupción bautizada con el nombre de Lava Jato, ya ha iniciado una política de reducción de precios de los combustibles para echar un cable al sufrido consumidor.
Parece el momento idóneo para la vuelta al Estado desarrollista brasileño, en el cual la inversión pública y las políticas expansivas fiscales crean un entorno favorable también para la inversión privada. A fin de cuentas, como destacó Mercadante en su discurso, es exactamente lo que se hace con los planes billonarios de reactivación y políticas industriales implementados en EE.UU. y la Unión Europea.
Pero en Brasil hay un problema: el veterano líder del Partido de los Trabajadores (PT) y sus economistas heterodoxos en las instituciones de desarrollo no cuentan con el apoyo ni de sus propios aliados políticos y mediáticos en el frente amplio electoral. En el Congreso, la bancada del centro pone condiciones imposibles y la oposición bolsonarista, coordinada por el presidente conservador de la cámara, Arthur Lira, no tiene ningún interés en aprobar un plan de expansión fiscal que reactive la economía y eleve las expectativas de reelección de Lula u otro candidato del PT.
Al mismo tiempo, el banco central, bajo la dirección del halcón y exconsejero delegado en Brasil del banco Santander Roberto Campos Neto, mantiene una draconiana política monetaria basada en los tipos reales más altos del mundo, con el tipo de referencia interbancario en el 13,75%, dos veces más que la inflación. “Es la receta perfecta para matar cualquier economía”, ironizó el premio Nobel estadounidense Joe Stiglitz, durante la misma conferencia del BNDES. El Estado brasileño dedica una media de aproxi
Países con tipos de interés nominales más altos
En porcentaje