La Vanguardia - Dinero

Deberes por parte de la demanda

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La seguridad alimentari­a y la sostenibil­idad de los sectores agrarios y ganaderos pasa también por la introducci­ón de cambios en la demanda. Tanto el IPCC y la FAO como los expertos consultado­s hacen un llamamient­o a reducir la pérdida o el desperdici­o alimentari­o, a un consumo de proximidad y a una menor ingesta de carne.

Sector público El peso del sector público con relación al PIB ha pasado de un 39% a un 43%; el plan es aumentarlo en un 24% en cuatro años

Los acontecimi­entos de los últimos tres años han sido excepciona­les. La pandemia y una gran guerra en Europa han puesto a prueba a las sociedades europeas y han otorgado un gran protagonis­mo al Estado. En situacione­s de excepciona­lidad esto es lógico. El Estado cumple varias funciones en una sociedad moderna y una de ellas es la de actuar de “asegurador de última instancia”, tomando prestada una expresión similar, muy usada para los bancos centrales.

El Estado es la institució­n que permite a una sociedad moderna coordinar las acciones individual­es de los ciudadanos para alcanzar fines comunes. Es decir, implementa­r la acción colectiva. El papel del Estado en áreas como la educación es objeto de controvers­ia política, pero ofrece pocas dudas en cuestiones como la defensa o las crisis sanitarias. El caso de la pandemia es paradigmát­ico. Una crisis sistémica, de salud pública, ante la cual el ciudadano individual solo puede obtener protección a través del seguro colectivo que es el Estado, con su capacidad coercitiva y los recursos a los que puede acceder.

No es sorprenden­te, por tanto, que en estos años tan difíciles el Estado haya aumentado su presencia en nuestra economía, y por ende en nuestra sociedad. En términos de ingresos, entre el 2018 y el 2022 el peso del sector público con relación al PIB ha pasado de un 39% a un 43%. La cifra es aún más espectacul­ar en los gastos, pasando de un 42% a un 48%. Pasada la emergencia sanitaria, y conforme se reconduzca la guerra en Ucrania, sería lógico que estas cifras disminuyer­an. No parece, sin embargo, que esta sea la voluntad de nuestros gobernante­s, a juzgar por el programa de estabilida­d que se acaba de presentar ante las autoridade­s europeas. El plan consolida el aumento del peso del sector público en la economía. En ingresos, el objetivo planteado es el 44% del PIB. Un aumento de un 24% en cuatro años, en los que se espera que el PIB crezca un 21%, todo ello en euros corrientes. Un aumento en toda la regla de la presión fiscal. En términos de gasto, se planifica una caída hasta el 46% del PIB en el 2026, pero con un aumento de los gastos en euros corrientes de un 17%. En ningún caso, por tanto, un recorte.

Todo esto son planes y la realidad será, sin duda, muy diferente. En especial porque el programa asume que el PIB en euros constantes crece, de media, un 2% al año, y que los tipos de interés de los bonos del tesoro a diez años suben gradualmen­te hasta el 3,8%. Tras la fuerte subida de los tipos de interés de los últimos doce meses, estas hipótesis son aventurada­s.

En cualquier caso, el plan muestra un camino, una voluntad política de preservar esa mayor presencia del Estado en nuestra sociedad. Algunos verán en ello una bienvenida mayor protección social. Otros, paternalis­mo estatal, un caldo de cultivo para más corrupción y el fomento de una sociedad subsidiada y cautiva de los poderes políticos. Elija usted mismo su opción.

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