Momento bisagra
La verdad es que este 2023 pasará a la historia como un año bisagra. Hace tiempo que se observan cambios de tendencias, los cuales se venían acelerando, pero no acaban de producirse. Al igual que en su fabuloso ensayo Momentos estelares de la humanidad, Stefan Zweig nos explica cómo en unos instantes se produce el momento cumbre de cambios que, en realidad, llevan tiempo gestándose; se aproximan puntos de inflexión clave en la historia del mundo que se producirán en el 2024.
En la vertiente tecnológica, la inteligencia artificial, de la cual se venía hablando durante años, pero había tenido una aplicación práctica muy limitada, ha irrumpido en nuestras vidas, en los hogares de todo el mundo. Primero, a través de Chat GPT y, enseguida, en forma de infinidad de aplicaciones que están viendo la luz en todos los sectores y disciplinas: diseño, programación, música, escritura, presentaciones, etcétera. La inteligencia artificial ha entrado en la red y, a través de internet, todos los avances tecnológicos con potencial se aceleran de una forma irremediable y exponencial.
En la vertiente económica, da la sensación de que la era de la creación de masa monetaria como solución a los retos de la economía real empiezan a mostrar signos de agotamiento. El dinero puede aplacar problemas puntuales o proporcionar tiempo para que las estructuras económicas asimilen sus inevitables transformaciones. Pero las inyecciones de liquidez no evitan ni impiden transformaciones productivas, organizativas o sociales.
En la vertiente social, viene produciéndose una polarización de la riqueza, de las rentas, de las capacidades y habilidades, así como de las relaciones laborales que ha alcanzado un punto de no retorno. Las brechas otrora geopolíticas entre países se han trasladado, debido a la globalización, al interior de cada país. Hay más diferencias de clases dentro de España que entre España y Marruecos, por poner un ejemplo. Los países desarrollados presentan desigualdades internas mayores a las que se producen entre países.
En la vertiente geopolítica, el conflicto entre Rusia y Ucrania nos ha demostrado que la globalización es imparable y que interesan más las contiendas económicas que las bélicas.
Lo mismo en las organizaciones empresariales. La brecha entre empresas globales y pymes es enorme e insalvable.
Es un momento bisagra. La ventana ya se ha abierto y los aires de cambio entran como un vendaval. Y ya nada puede evitarlo.
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