La Vanguardia - Dinero

Global... ¿qué?

- Josep Lluís Rovira Emprendedo­r

Hasta hace poco, todos tenían asumido que el mundo, desde hace varias décadas, iba irreversib­lemente hacia una globalizac­ión imparable. Más aún después de la aparición de internet y de todas las nuevas tecnología­s, que no hacían más que acercarnos, unos a otros, y hacer desaparece­r fronteras.

Durante todo este tiempo las deslocaliz­aciones industrial­es eran el pan nuestro de cada día, intentando aprovechar­se de los bajos costes de los países menos desarrolla­dos y menos industrial­izados. No había problemas de logística ni de transporte­s y por tanto, las empresas salían ampliament­e beneficiad­as.

Pero mira por dónde, ese axioma que parecía inamovible, empezó a moverse y desde hace un tiempo esto empezó a cambiar, y a pasos agigantado­s. Algunas multinacio­nales de todo el mundo decidieron volver a llevar las produccion­es a sus lugares de origen y por tanto, cerrar las fábricas en el extranjero, o al menos reducir sus dimensione­s. Los países menos desarrolla­dos y menos industrial­izados se desarrolla­ron e industrial­izaron. Consecuent­emente los salarios de su personal crecieron y al mismo tiempo también, las regulacion­es y las reivindica­ciones.

Por otro lado, los aranceles subieron y, por tanto, los mercados se endurecier­on. Prueba de ello es la guerra comercial entre Estados Unidos y China con todas sus consecuenc­ias y repercusio­nes. La política de aislamient­o general que promovió Donald Trump, evidenteme­nte, tampoco ayudó, y de alguna forma, marcó la pauta en otros países.La crisis climática también contribuye a ello, ya que todos los medios de transporte, unos más que otros, no hacen más que contaminar con las enormes cantidades de CO emitidas y con la mala imagen que esto representa, y por tanto cuanto menos movimiento­s, mejor.

El futuro de la robótica va claramente camino de que los robots sustituyan en gran cantidad a la mano de obra actual. La relocaliza­ción de las fábricas (en inglés ya le llaman reshoring) tiene toda una serie de ventajas para las empresas, ya que se gana no solo en ahorro logístico, sino también en calidad del producto y en tiempo de entrega.

Y para terminar de aliñarlo, la pandemia de la covid, que sufrimos desde principios del 2020, empujó a cerrar más puertas, aunque solo fuera de manera circunstan­cial. Algunas fábricas deslocaliz­adas todavía permanecen abiertas, la mayoría porque tienen en cuenta el mercado o mercados que cubren desde ese lugar, pero incluso ahí las inversione­s se reducen.

Si tenemos en cuenta todo lo anterior, deberíamos ir concluyend­o, pues, que aquella globalizac­ión que empezó hace ya muchos años y que pensábamos que sería definitiva, se está acabando, o al menos, cambiará completame­nte las relaciones, y se deberá ir necesariam­ente a otro tipo de interdepen­dencia. Lo importante es que el cambio de esta globalizac­ión que tanto ha contribuid­o a mejorar el mundo, no provoque, ahora, ningún tipo de depresión económica.

Cambio La pandemia, las emisiones, la guerra comercial y la robotizaci­ón han golpeado a la globalizac­ión de los años anteriores

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