Kärcher: la palabra de la limpieza
El gigante alemán bate récords de facturación pese al encarecimiento de los costes y el impacto de la sequía
utilizan agua a alta presión. Hoy Kärcher es un gigante que factura más de 3.100 millones de euros. En el 2022, pese a una coyuntura incierta, marcó su récord histórico de ventas con un incremento del 2,2%. El grupo tiene más de 15.000 empleados en el mundo y 150 filiales en 80 países. Fabrica en varias zonas repartidas por el planeta, para estar cerca de las necesidades de sus clientes, que son muy diferentes.
La compañía vende desde productos para limpiar alfombras en hoteles en Italia hasta sistemas de riego en empresas agrícolas en Camenos. nadá, por poner algún ejemplo.
Curiosamente, durante el bloqueo de la pandemia los resultados fueron buenos, especialmente en la última parte del confinamiento. El motivo es sencillo: al no poder consumir en viajes y restaurantes, unos cuantos consumidores optaron por dedicar dinero al hogar y a la jardinería. Asimismo, las exigencias de la limpieza en la emergencia sanitaria se dispararon, lo que benefició en última instancia al negocio.
“En la actualidad, tenemos que enfrentarnos al tema de la sequía”, reconoce Christian May, consejero delegado adjunto de Kärcher. “Por un lado, si no hay agua es difícil hacer funcionar una bomba a presión. Pero, por el otro, usar una hidrolimpiadora supone gastar menos agua.” En efecto, tal como asegura la compañía, mediante una manguera tradicional con presión habitual se derrocha más agua que con el sistema a presión, que optimiza los recursos hídricos al usarlos por menos tiempo, pero con más fuerza. Así se consume hasta diez veces
“Estamos acostumbrados a la sequía. En Australia, donde estamos presentes, sufren este problema desde hace años”, recuerda May. Otro de los retos es cómo los consumidores se enfrentan al aumento de los tipos de interés y la inflación, lo que reduce su capacidad de gasto. Puede incluso que algunos tipos de productos, como las máquinas de limpieza, no se consideren necesarios en un momento en que vuelven las ganas de viajar después de años difíciles. En cambio, el sector industrial muestra un renovado dinamismo gracias a la demanda de la agricultura.
En cuanto a la guerra de Ucrania, al ser una empresa alemana, en Kärcher la viven desde cerca. “Íbamos a invertir en una planta en Rusia y hemos paralizado todas las inversiones. En cambio, hemos conseguido estrenar nuestras instalaciones en Ucrania, entre miles de dificultades y cortes de energía, pero hemos pagado a los empleados varios meses aunque no podían trabajar”, explica May.
Kärcher no quiere tampoco morir de éxito. La familia mantiene la propiedad pero ningún miembro participa en la gestión. Apuesta por la innovación (con un millar de ingenieros y centenares de patentes) para proteger su marca y sus colores corporativos de las imitaciones alrededor del mundo. También se dedica a actividades de sostenibilidad y patrocina limpieza de monumentos icónicos, como el Cristo Redentor de Río de Janeiro.
“Siempre tendremos necesidad de limpiar. Solo en este sector trabajan en España unas 500.000 personas. La limpieza es una de esas cosas que solo valoras cuando no está”, comentan desde la empresa. Palabra de Kärcher.