La España de un siglo
‘España (19232023): un siglo de economía’ ofrece una mirada a largo plazo de la evolución del país
Un siglo de economía española. De la dictadura de Primo de Rivera y su infructuosa pero fuerte intervención estatal –que representó una transición incompleta hacia la industrialización y la urbanización, hacia la modernización–, hasta los efectos producidos por la pandemia de la covid. De la autarquía franquista inicial, un aislamiento que se justificaba porque España “es un país privilegiado que puede bastarse a sí mismo”, al aperturista plan de Estabilización de 1959. De la crisis del petróleo del 1973, que resultó decisiva para que el régimen franquista no se perpetuara una vez enterrado su cabecilla, a los pactos de la Moncloa y a la reconversión industrial iniciada por Boyer tras la victoria socialista de 1982.
España (1923-2023): un siglo de economía, con los profesores de la Universidad de Jaén Luis GarridoGonzález y Mariano Castro-Valdivia como editores, se propone lanzar una mirada a largo plazo a la economía española, nada menos que cien años, a través de un gran esfuerzo de síntesis de la bibliografía disponible. Y el resultado es un libro de gran lectura que recorre la senda de la economía del país, siempre ligada a la del mundo, como cuando la Segunda República se tuvo que enfrentar al impacto tardío de la crisis económica internacional iniciada en 1929.
La perspectiva de un siglo provoca asombro al comprobar los pasos de gigante que se han producido en área como el gasto social y la educación,
que como efecto de la tardía incorporación de España a los procesos de democratización política eran mínimos hace un siglo. Apenas un mísero 0,73% del PIB en gasto social en 1924 y un 0,65% en educación. Para 1933 era aún solo un 1,94% el gasto social público y un 1,01% lo invertido en educación. Las deficientes tasas de alfabetización y escolarización antes de 1970 serían uno de los factores que distanciarían al país de Europa.
Tras el equivocado experimento autárquico del primer franquismo,
del grupo acordó al cierre del 2022 el incremento del sueldo a la totalidad de la plantilla, formada por más de 96.000 personas, de acuerdo con el IPC de diciembre. Una decisión que afectó a los trabajadores tanto de España como de Portugal, “con el objetivo de mantener el poder adquisitivo de las personas que forman parte de la compañía”. El incremento, aseguran fuentes internas, se aplica sobre el total de salario, con complementos correspondientes incluidos. La medida entró en vigor el pasado mes de enero, con una subida del 5,7% en España y del 9,6% en Portugal, donde Mercadona había elevado anteriormente en un 11% el salario base. Desde el grupo destacan que no es una iniciativa aislada, e insisten en la coherencia sostenida
En los últimos dos años, el sueldo de la plantilla se ha incrementado en más de un 12%, de acuerdo con el IPC anual
del discurso con los hechos. Ya en enero del 2022, el propio comité tomó la decisión de subir un 6,5% el salario del equipo humano al completo. “Todas las personas que forman parte de la compañía son el mejor activo para los clientes: cuanto más satisfechos están, más avanza Mercadona”, confiesan. Así, un empleado que inicia su andadura en el grupo –en España– percibe un salario bruto de 1.507 euros al mes, lo que supone, aproximadamente, un 20% más que el salario mínimo interprofesional y, si cumple más de cuatro años, alcanzará una retribución de 2.039 euros, un 62% más que el SMI. A ello se le añade una prima por objetivos, de una o dos mensualidades extras, en función de la antigüedad del trabajador y de las metas pactadas al inicio de cada ejercicio.
El incremento salarial comporta, irremediablemente, un aumento de los costes fijos. Ante esta situación, Mercadona ha impulsado una serie de medidas dirigidas a concienciar a la plantilla en el análisis de los costes y a la digitalización de los procesos. Estas actuaciones, apuntan desde la compañía, han reportado una doble mejora: el incremento del 9% de la productividad y un ahorro de más de 200 millones de euros.
Mercadona penetró en el mercado catalán en 1993 con su primera tienda en Lleida. Tres décadas más tarde, el grupo dirigido por Juan Roig se ha consolidado en Catalunya con una red de 250 supermercados y una plantilla de más de 14.600 personas. Mercadona también cuenta con tres bloques logísticos –Abrera, Sant Sadurní d’Anoia y Sant Esteve Sesrovires– y dispone de un almacén dedicado íntegramente al servicio en línea, ubicado en la Zona Franca de Barcelona.