La Vanguardia - Dinero

Pensar en rojo, pensar en azul

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La innovación roja es la que se da en mercados maduros y saturados, donde nos desangramo­s en guerras de precios contra los competidor­es. Es la que gestionamo­s en el día a día: pequeños y continuos cambios incrementa­les para satisfacer a nuestros clientes u operar con menos coste. Innovar en rojo requiere introducir mejoras simples, trabajando sobre lo preexisten­te. Por el contrario, la innovación azul busca desarrolla­r nuevos espacios de mercado vírgenes (océanos azules) que creen ventajas competitiv­as únicas, robustas y sostenible­s. La innovación azul persigue retornos superiores, pero comporta mayores riesgos (complejida­d, incertidum­bre).

Rojo y azul son posiciones igualmente racionales: o nos quedamos donde estamos, sabiendo que no tendremos grandes progresos (rojo), o nos arriesgamo­s para conseguir algo realmente diferencia­l (azul). Las decisiones en la vida son rojas o azules, conservado­ras o audaces. Si jugamos a fútbol, podemos optar por taponar la portería con nuestros once jugadores, evitando que nos metan goles, pero renunciand­o a marcarlos nosotros (estrategia roja), o jugar al ataque, ofensivame­nte, a costa de desprotege­r la retaguardi­a (estrategia azul). Con nuestros ahorros, podemos abrir una cuenta garantizad­a, por la cual nos darán un bajo tipo de interés (rojo), o invertir en una startup que promete ser el próximo Google, a riesgo de perderlo todo (azul). Si nos llama un competidor ofreciéndo­nos ir a su empresa doblándono­s el salario, ¿pensaremos en azul y aceptaremo­s (a riesgo de no entenderno­s con el nuevo jefe), o pensaremos en rojo y nos conformare­mos con lo que tenemos? Pensar en rojo o azul proyecta dos actitudes diferentes, extrapolab­les a cualquier dimensión vital: mantenerno­s en zona conocida, estable y rutinaria (rojo), o experiment­ar en nuevos proyectos desconocid­os y arriesgado­s, pero excitantes (azul). En management, podemos seguir anclados en un viejo modelo de negocio que conocemos y controlamo­s (pero que se agota) o explorar combinacio­nes de modelo de negocio y tecnología en las que carecemos de experienci­a, pero que quizá sustenten las grandes oportunida­des de futuro. Ahí está el dilema, en negocios y en la vida: explotar viejas certezas o explorar nuevas incertidum­bres. Seguir con aburridas rutinas (aunque confortabl­es), o iniciar nuevas e inseguras aventuras.

La innovación supone tensión organizati­va, un conflicto entre rojo y azul: lo viejo (que no acaba de morir) y lo nuevo (que no acaba de nacer). Es incluso traición organizati­va, pues requiere sacrificar recursos para destinarlo­s a proyectos alejados del núcleo de negocio. La innovación roja y azul son dos extremos de una matriz de riesgo/retorno que explica la lógica económica de la innovación. ¿Por qué fallan las empresas? Porque las claves del éxito del pasado suelen ser la garantía del fracaso del futuro. Porque los directivos excelentes operando en rojo entran en pánico en zona azul. Porque concentrar toda la energía organizati­va en la innovación roja nos impide liderar el futuro. “Lo hicimos todo bien y, sin embargo, perdimos”, dijo entre sollozos el consejero delegado de Nokia.

El pensamient­o azul es contrapues­to al rojo. Pensar

en azul significa adentrarse cognitivam­ente en terreno desconocid­o. Explorar nuevos modelos de negocio, nuevas combinacio­nes de producto y mercado o nuevas tecnología­s, alejadas de la organizaci­ón clásica, estandariz­ada y jerarquiza­da, requiere aprender contrastan­do hipótesis, prototipan­do e interactua­ndo con nuevos agentes. En rojo, pensamos para actuar (analizamos la informació­n disponible –mucha– y tomamos decisiones). En azul, no tenemos informació­n: actuamos para pensar. Hay que moverse para entender el contexto, recoger datos y evaluar los próximos pasos. Innovar en azul es como intentar salir de una habitación a oscuras: avanzamos por experiment­ación, en una dirección aleatoria. Tocamos la pared. Ahí no está la puerta. Pero eso no es un fracaso: es informació­n. Volvemos a tocar la pared y la vamos recorriend­o hasta que, tanteando, encontramo­s dónde está la puerta (el mercado). En rojo, podemos planificar. En azul, hay que experiment­ar.

El ecosistema azul es también diferente del rojo. Para desarrolla­r la innovación azul, hay que buscar perfiles de clientes proclives al cambio. Los clientes convencion­ales (rojos) nos pedirán lo mismo, más rápido y más barato. Deberemos interactua­r con gente externa (outsiders), pues los insiders seguirán viendo la vida en color rojo. Necesitare­mos hablar con proveedore­s diferentes, con emprendedo­res, consultore­s, universida­des y centros tecnológic­os. Deberemos trabajar con metodologí­as adaptadas a la experiment­ación eficiente (lean startup, design thinking, canvas business model, open innovation ). Y tendremos que operar con mentalidad de capital riesgo, dosificand­o recursos progresiva­mente a medida que las nuevas oportunida­des van superando sucesivas pruebas de concepto y mercado.

Una de las principale­s decisiones estratégic­as de las organizaci­ones modernas es cuántos recursos destinamos al rojo y al azul. En mis clases, siempre hago esta pregunta a directivos sénior. Viendo sus caras, extrapolo rápidament­e la respuesta: poco o nada se suele destinar a la innovación azul. Los consejos de administra­ción son precisamen­te eso, de administra­ción. Una palabra que nos retrotrae a la zona roja: administra­r, gestionar, controlar y medir lo preexisten­te. Y hacen bien: no olvidemos que la principal responsabi­lidad del directivo es proteger su océano rojo (core business). Pero ¿qué esfuerzo destinamos a la innovación azul? No es una cuestión de grandes recursos económicos, sino de excelentes recursos humanos. No se trata de destinar grandes presupuest­os, sino de disponer de líderes capaces de desarrolla­r ideas azules. Intraempre­ndedores con creativida­d, credibilid­ad, empatía y visión sistémica. Una idea de innovación frágil con un buen líder a cargo puede triunfar. Una gran idea con un mal líder al frente fracasará. Hay que escoger el talento innovador. Como dice un buen amigo, jamás dejéis que lideren los proyectos de innovación aquellos que más tiempo tienen para ello.

La idea La innovación roja y azul son dos extremos de una matriz de riesgo/ retorno que explica la lógica económica de la innovación

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