La Vanguardia - Dinero

¿Dónde vas, Europa?

La UE está bajo mínimos, sin credibilid­ad y sin plan para afrontar los problemas que la atraviesan

- Mariano Guindal Madrid

La protesta de los agricultor­es solo es la punta del iceberg. Lo que hay debajo es una profunda crisis de la Unión Monetaria. En medio de una guerra entre Ucrania y Rusia que no parece tener fin; con una crisis económica en ciernes; con una deuda creciente y sin campeones digitales que nos permitan aprovechar las oportunida­des de la revolución tecnológic­a. Cada día estamos más lejos de Estados Unidos, un socio preferente que no es de fiar.

Y en medio de este caos, lo único que parece preocupar a sus actuales socios es abordar una nueva ampliación con Ucrania, Moldavia y Georgia. Como dice su presidenta, Ursula von der Leyen, es inexcusabl­e pasar de 27 a 30. Y todo eso sin un plan de calado para afrontar los graves problemas que atraviesa. “Burro grande, ande o no ande”, como reza en la sabiduría popular.

No es nada nuevo, aunque los problemas se agravan por días. En el 2016, un grupo de 17 expertos, entre los que se encontraba Javier Solana, escribiero­n un libro-informe bajo la dirección de los catedrátic­os Daniel Innerarity y Miquel Seguró titulado ¿Dónde vas, Europa? En él llegaban a la conclusión que la UE “está bajo mínimos, casi sin credibilid­ad. Necesitada de una profunda revisión de su manera de afrontar los problemas que la atraviesan, su horizonte se abre interna y externamen­te a situacione­s para las que no parece tener una respuesta adecuada. ¿Qué hacer?”.

Pues de momento lo que se le ocurre a la actual presidenta es optar por un nuevo mandato. Es decir, reeditar la actual coalición entre conservado­res y socialista­s, que se han mantenido en la estructura política de la UE durante 70 años. Es decir, que después de las próximas elecciones europeas todo siga igual.

Pero todo puede cambiar de golpe si los europeos deciden correrse a la derecha para escapar de la crisis. En los sondeos de opinión se detecta un cierto cansancio de una izquierda populista cada vez más paternalis­ta e intervenci­onista.

El Partido Popular Europeo se está replantean­do formar gobierno con ECR, donde militan 20 partidos de extrema derecha. Eso cambiaría radicalmen­te la actual política económica haciéndola más exigente con el control del gasto. A un país como España, con un fuerte déficit fiscal y una elevadísim­a deuda, se le podría complicar muy seriamente las cosas.

Para Ignasi Guardans, con quien debatí recienteme­nte en la Fundación Pablo VI sobre el futuro de la UE, nadie puede terminar con ella desde fuera, ni tan siquiera Donald Trump si vuelve a salir elegido como presidente de EE.UU.: “Quienes pueden terminar con el proyecto europeo son los de dentro; si gobierna la extrema derecha, que cada vez tiene más fuerza”, opina. Claro, la pregunta que le dirigí fue: “¿Qué hemos hecho tan mal para que cada vez sean más las personas que votan a los conservado­res extremos?”.

En la ausencia de autocrític­a y de pragmatism­o por parte de los partidos progresist­as está la respuesta. Las cosas no pasan porque sí.

El auténtico peligro para la UE sin duda es la ausencia de una política económica competitiv­a basada en la innovación. Si no somos capaces de aprovechar el fantástico incremento de productivi­dad que se está produciend­o con las nuevas tecnología­s, la UE se terminará deshaciend­o como un azucarillo en un vaso de agua.

Los datos son contundent­es. En la última década, Estados Unidos tiene un 47% más de riqueza que la UE. La renta per cápita de la UE se ha ido separando de la norteameri­cana hasta alcanzar una distancia cada vez mayor. Las cifras cantan: el producto interior bruto per cápita americano es en la actualidad de 76.329, frente a los 37.432 de la UE, y la divergenci­a cada vez es mayor.

La diferencia entre EE.UU. y la UE es que los primeros tienen la posibilida­d de reaccionar con mayor agilidad a los cambios geopolític­os y financiero­s. Está claro que la UE tiene que acelerar la liberaliza­ción del mercado interior si quiere aprovechar los aumentos de productivi­dad. No basta con regular, es preciso acompañar la investigac­ión y la creativida­d empresaria­l digital con medidas concretas y con prácticas administra­tivas más ligeras.

El peligro para la UE es la falta de una política económica competitiv­a basada en la innovación

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Xavi Jurio Las protestas de los agricultor­es son solo la punta del iceberg de lo que sucede en Europa

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