El despliegue de la IA en salud favorecerá una medicina más humana
La optimización y transversalidad de los datos es uno de los retos de futuro, según constataron expertos reunidos por ‘La Vanguardia’ y Minsait
La inteligencia artificial (IA), especialmente la generativa, no solo permitirá avanzar hacia una medicina inteligente y personalizada, sino también hacia una atención más humana. Contar con datos estructurados y transversales para obtener resultados de calidad es uno de los retos de futuro; otro, su confidencialidad y seguridad, de forma que el uso de esa información no suponga un ataque a la privacidad ni a la intimilud dad del ciudadano. Hay mucho camino por recorrer y muchas inversiones por hacer, pero la carrera es imparable.
Esta fue una de las conclusiones de un debate sobre la era de la medicina inteligente celebrado, en colaboración con Minsait, compañía de Indra, en el marco de Diálogos en La Vanguardia . La mesa redonda contó con la participación de Pablo Garzón, responsable de sanidad en Catalunya de Minsait; Pol Pérez Sust, coordinador general de las TIC del Departament de Salut y director de Sistemas de Información en CatSalut; Elisenda Serra, directora del Àrea de Ciutadania, Innovació i Usuari en CatSalut; Antoni Trilla, médico consultor sénior del hospital Clínic y decano de la facultat de Medicina de la UB, y Anna Benavent, directora de Estratègia Digital i Dades en el hospital Parc Taulí de Sabadell.
La IA, subrayó Pablo Garzón, tiene el “potencial para transformar la sanidad”, pero advirtió de “que el principal elemento habilitador” para conseguirlo es “el acceso y tratamiento de grandes volúmenes de datos clínicos”. El dato, sostuvieron todos, es fundamental, pero hasta ahora no se disponía de las herramientas para trabajarlo adecuadamente. “Recopilar todos los datos de saindependientemente de su origen y explotarlos de manera segura puede ser el diferencial para alcanzar un sistema de salud proactivo y potenciar la atención médica personalizada”, agregó el directivo de Minsait.
Como resaltó Elisenda Serra, esa gestión de los datos “permitirá hacer una promoción de la salud y prevención personalizadas”. El sistema, dijo, está organizado y especialmente dirigido a los pacientes, no para toda la población. “Todo lo que hacemos lo hacemos cuando el ciudadano se acerca a nosotros porque no se encuentra bien; tenemos que llegar antes”, reflexionó. Para ello, hay que contar con datos no solo de los historiales clínicos. Hay que sumar los datos que todos generamos como consumidores. “El dato de comportamiento como
Enfoque El sistema está organizado y orientado a los pacientes, no a la promoción y prevención de la salud
Historial clínico En la historia clínica compartida de Catalunya existen más de 1.500 millones de datos estructurados
consumidor, obtenido siempre con el permiso del ciudadano, nos permite acercarnos a él para personalizar la relación, la información, la prevención, la promoción y para que haya una mejor salud”, afirmó. Serra hizo hincapié en que el ciudadano es propietario y responsable de sus datos y que las administraciones son quienes los custodian.
Datos hay y muchos, el reto es optimizarlos. En la historia clínica compartida de Catalunya hay más de 1.500 millones de datos estructurados, detalló Pol Pérez. “Tenemos un sistema sanitario muy rico y potente en sistemas de información pero heterogéneo. También muy interconectado, hemos trabajado mucho la interoperabilidad de datos, pero no de conocimiento”, remarcó, para agregar que por ahora existe la interoperabilidad sintáctica pero no semántica. “Y tenemos que dar un paso más, dar contenido y contexto a los datos para que cuando un profesional lea la información de un paciente recogido por otro servicio no solo sepa, por ejemplo, la tensión arterial, sino la información de contexto del dato, cómo y cuándo ha sido tomada, y que con toda esa información pueda decidir con mejor conocimiento de causa”, afirmó. Catalunya, añadió, ya está trabajando en estándares de interoperabilidad semántica.
Pérez explicó que una de las “obsesiones” del Departament de Salut “es la equidad”. El Clínic o el Parc Taulí, argumentó, son hospitales punteros en Catalunya, pero el hospital de Berga también necesita algoritmos de IA. “No tenemos que volver a inventar la rueda, tenemos que aprovechar lo que se hace en estos grandes centros y escalar y transversalizar la innovación basada en datos con un modelo de datos únicos, centralizado o federado”, enfatizó. “Si se generan buenos algoritmos y buenas herramientas de predicción en centros que tengan mucha experiencia, esto hay que extenderlo”, convino Antoni Trilla.
Según Garzón, Minsait ha focalizado sus esfuerzos en soluciones de interoperabilidad que “rompen el bloqueo que supone la dispersión de datos, recopilando datos heterogéneos de diferentes fuentes de información, garantizando la persistencia, trazabilidad e intercambio estándar de dicha información y poniéndola a disposición de clínicos, gestores o investigadores para que se puedan utilizar de forma segura y eficiente”.
El uso de la IA en salud aporta beneficios a diferentes niveles. Por un lado, los que impactan de manera más directa en el paciente en las diferentes fases de su proceso de salud, pero también son una herramienta muy valiosa en las organizaciones para la gestión y administración de recursos y gestión de la productividad, aseguraron todos los ponentes. En este sentido, Trilla argumentó que si la IA ayuda a simplificar tareas administrativas o burocráticas, el ciudadano saldrá ganando. “A los médicos nos dará más tiempo para hablar con los pacientes, escucharlos”, agregó el epidemiólogo del Clínic. También favorecerá la atención el hecho de que la tecnología tiene más capacidad y soporta una carga de trabajo infinitamente mayor que la de los médicos. “La medicina es un mix de ciencia y arte. La máquina nos ayudará con mucha parte de la ciencia, pero el arte quedará para el profesional”. Y puesto que la IA “no es infalible”, siempre se necesitará supervisión profesional sanitaria. “La IA puede humanizar la medicina”, sentenció Trilla, haciendo suyo el pensamiento del cardiólogo Eric Topol, recogido en el libro Medicina profunda.
Durante el debate se expusieron algunas iniciativas que tienen tanto el Departament de Salut, englobadas en el programa Salut/ IA, como los hospitales. Serra, por ejemplo, explicó que uno de los proyectos en marcha es el de programación por motivos, un sistema que, según sea la razón de la consulta, dirige al ciudadano al tipo de profesional que le tiene que atender y establece en cuánto tiempo le tiene que recibir. En el Clínic se trabaja, entre otros proyectos, en dermatología con fotos en 360 grados del cuerpo para detectar todas las pigmentaciones y, con ayuda de un algoritmo, evaluar el riesgo futuro.
Anna Benavent presentó dos iniciativas del Parc Taulí. Una unidad de resolución avanzada en las urgencias en la cual, después del cribado y para determinadas patologías, la enfermera, que es una enfermera avanzada, cuenta con un algoritmo de IA como herramienta de apoyo que hace propuestas de tratamiento, pruebas y orientación diagnóstica. “Lo hacemos dentro de un ensayo clínico, de forma que al paciente se le pregunta si quiere entrar y firma un consentimiento informado”, apostilló. El segundo es un algoritmo de IA que ayuda en la detección del ictus, una enfermedad en la que cuenta cada segundo ganado. Pérez y Benavent también resaltaron el repositorio de imagen médica que gestionan el CatSalut a través del IDI (Institut de Diagnòstic per la Imatge) y el Parc Tauli en el Centre de Processament de Dades (CPD) de la Generalitat y que, con sus tres petabytes, es uno de los más grandes de Europa. El proyecto, denominado Simdcat, “es un activo de Catalunya”, subrayaron.
Para el despliegue de la IA se necesita también mucha inversión. Los ponentes destacaron la aportación de los fondos europeos Next Generation, aunque Pérez subrayó que estas ayudas no permiten la recurrencia que se necesita y, además, generan un efecto inflacionario. El director de Sistemas de Información del CatSalut abogó por aumentar sustancialmente la partida TIC. “En España estamos entre el 0,8% y el 1%, mientras que en Europa la media es del 5%”, afirmó. Pablo Garzón, por su parte, aseguró que se está viendo una fuerte tendencia hacia un cambio de modelo de uso del dato por parte de las organizaciones, “con una alta inversión en iniciativas de gobernanza del dato por parte de las consejerías, mientras que hospitales y centros de investigación invierten en los casos de uso”.
La legislación es otro de los retos para la extensión de la IA en salud. El nuevo Espacio Europeo de Datos Sanitarios, argumentó Garzón, permitirá que los ciudadanos tengan el control de sus datos y también que se compartan de manera segura para fines de investigación y altruistas. En materia de IA, la UE regulará todo el trabajo con una ley, la primera norma integral sobre IA del mundo. Los estados miembros deberán seleccionar una autoridad nacional de supervisión para la aplicación de esta normativa en su territorio. España lidera esta iniciativa europea con la creación de la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial.
En cuanto a la confidencialidad de los datos, en general la tecnología va por delante de la normativa, afirmó Benavent. “Y por ello siempre nos encontramos con este gap. Eso no quiere decir que, con buenos hábitos y procedimientos, aunque se vaya al límite, no se pueda garantizar la confidencialidad de los datos”, añadió. En este sentido, recordó que “la vulnerabilidad cero no existe”. Puesto que, como dijo, “la IA, especialmente la generativa, ha democratizado la tecnología”, los ciudadanos también tienen que corresponsabilizarse. “No es solo tarea de expertos o de tecnólogos, es trabajo de todos”, concluyó.
“Nos obsesiona la equidad; tenemos que aprovechar lo que se hace en los grandes hospitales y transversalizar la innovación basada en datos”
Puesto que la IA no es infalible, siempre se necesitará supervisión profesional sanitaria
“La medicina es un mix de ciencia y arte: en la ciencia nos pueden ayudar las máquinas; el arte quedará para el profesional”
Catalunya trabaja ya para implementar estándares de operabilidad semántica