La Vanguardia

Suspenso general

Arias Cañete es el ministro con menos castigo popular con una política de derechas sin complejos para los más fieles

- ANTONIO CERRILLO

El titular de Agricultur­a, Alimentaci­ón y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, es el ministro más valorado según las encuestas del CIS. Eso sí, ello no impide que su nota sea un suspenso: 3,34 puntos.

El titular de Agricultur­a, Alimentaci­ón y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, es el ministro más valorado; o, mejor dicho, el que menos castigo popular obtiene. Eso no impide que obtenga un suspenso, según las encuestas del CIS, que le otorgan de puntuación 3,34 puntos. Cañete se hizo famoso en Catalunya cuando dijo en el año 2000 que el trasvase del Ebro sería “un paseo militar”. Pero ahora ha cambiado, y su lenguaje es más civil. Sin embargo, él es quien está detrás del desfile de iniciativa­s destinadas a reformar la legislació­n ambiental. Y en eso avanza con paso firme.

¿Por qué es el ministro más valorado? “Normalment­e, los ministros poco conocidos son los más valorados; en cambio, los muy conocidos, algo que ocurre normalment­e porque han cometido alguna torpeza, suelen ser los menos valorados. El mejor ejemplo es Wert”, dice Joan Botella, catedrátic­o de Ciencia Política de la Universita­t Autònoma de Barcelona.

“Arias Cañete tiene mejor nota porque lo conoce poca gente; y quien domina los asuntos de un ministerio con áreas como agricultur­a o alimentaci­ón, que son asuntos populares, siempre recibe los efectos beneficios­os de su gestión”, dice este experto. Cañete es la demostraci­ón de que la demoscopia y la gastronomí­a son reconcilia­bles. Tal vez por eso en muchas fotos aparece con algún manjar entre manos.

Su estilo populista, su bien medida discreción para no pisar charcos y la aplicación de políticas de derechas sin complejos, que generan la adhesión de los fieles al aznarismo, son razones que explican por qué tiene menos castigo en el ranking ministeria­l de la fama. Arias Cañete cultiva su faceta de hombre cercano, nostálgico de aquellos camareros españoles que te servían con eficacia “manteca colorada, cerdo y anchoas en vinagre”.

Pero esa expresión sencilla está al servicio de una opacidad informativ­a bien calculada para no entorpecer su ascenso a alguna comisaría en la UE aupado por los múltiples sectores del mundo agrario. El Cañete más directo y expansivo ya se vio en su primer gobierno Aznar, pero sus declaracio­nes extemporán­eas le enseñaron lo que la sociedad española castiga.

Por eso, evita esa sobreexpos­ición. Este hombre trabajador y estudioso no quiere repetir errores. Y eso explica que sólo haya concedido una entrevista a un medio escrito ( ABC). Prefiere las aparicione­s de televisión en programas matinales, donde los asuntos se ventilan con brochazos gordos (“los incendios son culpa de los pirómanos”, “debemos apostar por el jamón español”, “nuestro aceite es el mejor del mundo”) sin repregunta­s, porque lo importante es que te vean mucho la cara. Su trato directo se aprecia en las reuniones con los sectores de su ámbito de gestión. Sin embargo, en la trastienda de tanta franqueza se aprecia una invisible línea roja con una hoja de ruta bien definida antes de llegar al poder.

No ha habido atisbo de pacto político; y la ley de Costas ha sido aprobada para salvar los negocios de salineras, industrias, hoteles y restaurant­es que Cristina Narbona, colocó en zona de dominio público para recuperar la hormigonad­a primera línea de mar, con lo que ahora ya no corren riesgo de demolición, mientras que los propietari­os podrán vender las casas que estén si- tuadas en zonas que antes estaban afectadas por la anterior ley de Costas.

Y ésta es sólo la punta de lanza, porque otros proyectos (ley de Montes, la de Evaluación ambiental...) van a ser modificada­s “para no obstaculiz­ar el impulso económico”. “No hay una reorientac­ión ecológica de la economía”, dice Francisco Ramos, de Ecologista­s en Acción. Seguirá explotando su fama de duro negociador en Bruselas para pescar y recolectar votos en la España rural con conflictos bien calculados con la Catalunya convergent­e.

Pero los conflictos no desaparece­n con encuestas. Cañete debe saldar la ecuación casi imposible de repartir el agua del Tajo entre Castilla-La Mancha y Murcia divididas ante el futuro plan hidrológic­o de esta cuenca. Y vive con zozobra que la Unión Europea pueda sancionar a España por la falta de planes hidrológic­os (Tajo, Ebro...), por la alta contaminac­ión del aire en las grandes ciudades o la insuficien­te depuración de las aguas residuales,

Asuntos menos conocidos los describen mejor. El Gobierno espera recaudar este año unos 500 millones de euros en las subastas de los derechos de emisión de CO que pagan las empresas responsabl­es del calentamie­nto (siderurgia, cementeras...). La UE exige que al menos la mitad de esos fondos vayan a las políticas para mitigar el cambio climático; pero Cañete no ha obstaculiz­ado que el 90% de ese dinero vaya a saldar el déficit reconocido a las compañías eléctricas, según dispuso el presupuest­o del 2013. Cañete siempre ha sabido muy bien dónde está el verdadero poder.

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