La Vanguardia

Escoltas y ETA

ETA continúa condiciona­ndo la asignación de escoltas en el País Vasco aunque las vigilancia­s se han relajado

- VITORIA Redacción

ETA, a pesar del año y medio transcurri­do desde que abandonó el terrorismo, sigue condiciona­ndo la asignación de escoltas en el País Vasco, aunque las vigilancia­s se han relajado.

ETA continúa condiciona­ndo la asignación de escolta a cargos políticos e institucio­nales en Euskadi a pesar del año y medio transcurri­do desde su decisión de poner fin definitivo a su actividad terrorista. Políticos de PSE, PP y UPyD, partidos que fueron en su día objetivo de ETA, concentran en estos momentos la mayoría de los escoltas encargados de su protección.

El número de cargos públicos escoltados ha descendido de forma progresiva desde el anuncio de la organizaci­ón terrorista de octubre del 2011 y la práctica totalidad de concejales socialista­s y populares que tenían protección viven en estos momentos sin ella. Las imágenes de ediles de pequeños pueblos que trabajan en el campo con escolta han pasado a la historia. La reducción del número de escoltas fue progresiva: pasaron de tener dos guardaespa­ldas a uno y más tarde se les retiró ese único agente policial o vigilante privado encargado de su custodia.

Dos datos recientes ilustran esta nueva realidad. El presupuest­o del Gobierno vasco para la contrataci­ón de escoltas de empresas privadas cayó el pasado año 2012 un 56% –pasó de 88 a 36 millones–, y el Ejecutivo autonómico plantea reducir de 215 a 135 los ertzainas especializ­ados en realizar labores de escolta. Una gran parte de los centenares de escoltas privados han ido al paro y esperan que el Gobierno les ayude a recolocars­e como vigilantes del exterior de las prisiones.

La asignación de guardaespa­ldas tiene lugar en estos momentos por dos criterios fundamenta­les: el institucio­nal y el hecho de haber estado en la diana de ETA. El primero explica que la presidenta del Parlamento Vasco, Bakartxo Tejería (PNV), el lehendakar­i Iñigo Urkullu y todos sus consejeros lleven protección. El segundo motiva que una buena parte de los parlamenta­rios de PSE, PP y UPyD vivan todavía en estos momentos, al menos parcialmen­te, con la compañía de escoltas. En el caso de los socialista­s, Patxi López, en su condición de exlehendak­ari, tiene protección, al igual que el portavoz del grupo, la representa­nte en la Mesa del Parlamento vasco y los tres electos que ejercieron el cargo de consejero del Gobierno vasco en la pasada legislatur­a: Idoia Mendia, Rodolfo Ares e Isabel Celaá. También disponen por ahora de escolta los secretario­s generales provincial­es del PSE.

En el caso del PP la protección se extiende a la práctica totalidad de los parlamenta­rios, con su líder, Antonio Basagoiti, a la cabeza. Eso sí, hay casos particular­es de renuncia a tener guardaespa­ldas y, en términos generales, el régimen de acompañami­ento se ha visto flexibiliz­ado de forma sustancial. Al día siguiente del anuncio de ETA de renuncia a la violencia, el líder del PP salió de la sede de su partido a fumarse un purito en la calle. Salió solo, sin dar aviso a sus escoltas, por primera vez en muchos años. Escenas cotidianas antes impensable­s, vuelven a ser normales, como encontrars­e con un exconsejer­o de Interior que sale de probarse unos pantalones en una tienda sin ir rodeado de una corte de policías de paisano.

El fin de la amenaza etarra ha hecho que la escolta se preste habitualme­nte sólo los días laborables, pero no para actividade­s de ocio y se circunscri­ba a los límites del País Vasco y no se mantenga a otras partes de España.

Ni los parlamenta­rios de PNV ni EH Bildu llevan escolta, a excepción de aquellos que disponen de dicho servicio por su cargo institucio­nal como son los casos ya referidos de Bakartxo Tejería e Iñigo Urkullu.

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