La Vanguardia

El orfebre catalán del Papa

El platero Juan Carlos Pallarols es amigo de Francisco y viaja hoy a Roma para que el Pontífice diseñe su propio cáliz

- ROBERT MUR Buenos Aires. Correspons­al

Sobre una mesa del taller de Juan Carlos Pallarols hay una pequeña plancha de plata pura de poco más de un kilo. Un lingote alargado y plano, que pronto será bendecido por el Papa. Pallarols es el orfebre más popular de Argentina y hoy viaja a Roma para asistir a la asunción de Francisco y enseñarle el bosquejo de un cáliz muy especial. Entrar en su taller es como hacerlo en una platería medieval. Además, puede verse la máscara mortuoria de Evita, obra del padre del orfebre.

A sus 70 años, este artesano de sexta generación, de origen catalán, es amigo de Jorge Bergoglio desde hace tres decenios. Tras regresar de un viaje a Alemania, el jesuita trajo una imagen de la Virgen Desatanudo­s, de la que es devoto. Bergoglio fue a ver a Pallarols para que hiciera una medalla de plata basándose en la estampita. Ahora, el molde de aquella pieza está sobre el despacho del orfebre y la primera de aquellas medallas, en la mesita de noche del Papa.

“Es así, tal cual como se cuenta; no es una postura, los que viven cerca de él saben que todos los días toma el metro, no toma taxis, no tiene chófer, no es normal en una persona de su cargo”, dice Pallarols, que habla muy bien catalán pese a no haber vivido nunca en Catalunya.

Bergoglio estuvo muchas veces en la casa-taller de Pallarols, situada en la plaza Dorrego, en el corazón de San Telmo, el barrio más antiguo de Buenos Aires. Y el artesano frecuentó al cardenal en su piso de la curia, junto a la catedral. “Es un departamen­to muy pequeñito: una habitación, un escritorio, una biblioteca, un comedor, pero todo muy modesto, mucho más chico que esto”, indica Pallarols seña-

El cáliz también será cincelado por miles de argentinos y, después, por otros tantos romanos

lando el amplio salón de su casa, atiborrado de obras de plata.

El artista enseña el boceto del cáliz que quiere fabricar y regalar al Papa. Será de plata, pero de un diseño austero. “Conocemos exactament­e el gusto del Papa porque lo hemos tenido de vecino y amigo”, explica. “Hemos trabajado en la restauraci­ón de piezas de la catedral, en el cáliz de la archicofra­día”, agrega. Y en el 2006 acudió a Roma, acompañado de Bergoglio, para obsequiar un cáliz a Benedicto XVI, cuyo diseño contó con los consejos del entonces arzobispo de Buenos Aires.

Ahora Pallarols quiere que el Papa diseñe su propia copa. Según el boceto es “un cáliz clásico, normal, de líneas muy tranquilas, nada barroco, moderno, contemporá­neo”, cuenta. “Él va a elegir, pero pondremos el emblema jesuita y una o dos vírgenes, y nada más; o tal vez él quiera poner a san José”, añade.

Después de la bendición papal de la plata, Pallarols regresará a Argentina para dar forma a la obra, aunque no definitiva­mente. Como acostumbra a hacer con los bastones de mando presidenci­ales o con otras emblemátic­as piezas religiosas que le encargan, el cáliz recorrerá el país y será cincelado por miles de argentinos. Antes de acabarlo y entregárse­lo, dentro de unos meses, la operación de cincelado multitudin­ario será repetida en Roma y también tiene previsto viajar con la copa a Barcelona, donde el arzobispo Martínez Sistach le ha encargado un cáliz para la Sagrada Familia.

Pallarols también llevará al Papa otras dos obras suyas, por encargo de dos amigos de Bergoglio: un crucifijo que imita a las cruces que los misioneros jesuitas usaban en el siglo XVIII y una estilográf­ica con el escudo de Argentina y la imagen de la Virgen Desatanudo­s. “Son dos cosas que harán sentir bien al Papa”, asegura Pallarols.

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MAXI FAILLA / AFP Juan Carlos Pallarols muestra el diseño de un cáliz en su taller de Buenos Aires

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