“Francisco ha sido ya hombre de gobierno”
Ant oni o S padaro, director de la revista jesuita ‘La Civiltà Cattolica’
La elección del papa Francisco ha despertado vivo interés por la Compañía de Jesús, la orden religiosa a la que pertenece. Uno de sus emblemas más prestigiosos es la revista italiana La Civiltà Ca
ttolica, fundada en 1850, con reputación desde entonces de ofrecer textos de profunda reflexión tanto teológica como sobre cuestiones de actualidad. Sale dos veces al mes y sus galeradas pasan por la Secretaría de Estado vaticana antes de ir a imprenta, tal es la vinculación de la revista con la Santa Sede. En sus oficinas, su director, el jesuita Antonio Spadaro, anda atareado con el número que saldrá el próximo sábado, cuyo contenido ha cambiado de arriba abajo debido a la elección como pontífice de Jorge Bergoglio.
¿Qué imagen hay de los jesuitas dentro y fuera de la Iglesia? La de ser intelectuales; existe una percepción de la Compañía vinculada al estudio. Pero depende mucho de la persona, la comunidad y el lugar. Los jesuitas no tienen una misión específica, sino que están ligados al Papa por un voto de obediencia. Su tarea es vivir en la frontera, cualquiera que esta sea. Y durante mucho tiempo la Iglesia les ha pedido que se ocupen de la frontera intelectual, la cultura, la formación académica... Es el caso de esta revista, que tiene relación especial con la Santa Sede. Esa imagen es la que predomina, pero en realidad, como demuestra la biografía del papa Francisco, los jesuitas prestan también atención al mundo pastoral y a la acción social.
Pero existe también la percepción de los jesuitas como sol
dados de Cristo, hombres que saben mandar y obedecer, y también organizar. Esa dimensión militar ha sido atribuida a la Compañía, porque Ignacio es imaginado como un soldado, y de hecho combatió. Pero no es una dimensión fundamental en su vida. Cuando se habla del general de la Compañía de Jesús, mucha gente piensa que se llama así por similitud al general de un ejército. En realidad, el título completo es prepósito general, es decir, el que presi- de a todos. Es cierto que hay una dimensión muy activa; la Compañía es una orden apostólica que se concentra en la acción. Y tiene capacidad organizativa, como se ve en algunas de sus figuras eminentes. Es el caso de Matteo Ricci en China; no sólo fue una persona de frontera, sino que supo organizar allí una presencia.
¿Ese talante perdura? Sí, en las comunidades de jesuitas, que gestionan instituciones prestigiosas, grandes universidades, entidades culturales y sociales. Esa dimensión de gobierno, de capacidad organizativa, incluso de management, está en el ADN jesuita, porque Ignacio intuyó que el bien debe institucionalizarse. La intuición del bien es muy bonita, pero sólo es eficaz si genera una obra. Por eso se da esa dinámica misionera y móvil
que caracteriza a la Compañía.
¿También es el caso de Jorge Bergoglio, que deberá asumir complejas tareas de gobierno? En efecto. Considerando su biografía, el Papa se ha revelado ya como hombre de gran capacidad de gobierno; ha sido provincial de los jesuitas de Argentina, arzobispo de Buenos Aires, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina dos veces... Pero es también persona de gran capacidad pastoral, habituada al contacto directo con la gente, sobre todo con los más pobres. Esta doble dimensión, de gobierno y pastoral, forman su personalidad.
¿Por qué un papa jesuita elige llamarse Francisco, y no Francisco Javier o Ignacio? San Francisco de Asís, de temperamento muy próximo al del papa Francisco, presenta un estilo
de vida sobrio. Hay un aspecto quizá poco conocido. Cuando Ignacio opta por Dios, antes de pensar siquiera en fundar la Compañía, toma como modelo a Francisco de Asís. Francisco forma parte de la biografía de Ignacio; alude a su experiencia de conversión.
¿Los jesuitas se sentirán ahora más presionados ante encargos de un Papa que es jesuita? No, presionados no. Pero es extraño para nosotros, que nacimos para servir al papa. Nuestro voto de obediencia al papa, como se dice en latín en las constituciones, es circa missiones; es una obediencia ligada a la misión, no a la ala- banza al papa o a otra circunstancia. Los jesuitas estamos disponibles para ser enviados allí donde el papa nos mande. Ignacio decidió vincular así la Compañía al papa porque consideró que el papa tiene una visión global de la catolicidad, la visión más universal de todas, y sabe cuáles son las urgencias y dónde hay necesidades. En el momento en que uno de los nuestros es elegido papa, ¿qué hace? Acepta la elección por obediencia, y se pone al servicio de una universalidad aún más alta. Dicho esto, para nosotros Francisco es el Papa, igual que los papas anteriores; no es el papa jesuita. Nuestra obediencia no tiene nada que ver con que sea jesuita.
Al general de los jesuitas –ahora, el español Adolfo Nicolás– se le suele llamar el papa negro. ¿Habrá pronto audiencia del Papa al papa negro? Es una bonita broma, claro. Imagino que habrá tal audiencia, pero creo que será un encuentro como cualquier otro. Es el estilo de la Compañía, y también como jesuita el del papa Francisco.