La Vanguardia

La extraña pareja

- Màrius Carol

Andreu Mas-Colell asegura que se iría a tomar una cerveza –“preferiría una CocaCola Light”– con Montoro si se diera el caso, porque más allá de sus desencuent­ros tienen una relación fluida que nunca se ha roto. Es más, el conseller de Economía afirma sentir empatía con el ministro de Hacienda porque está sujeto a una gran presión, y él sabe perfectame­nte lo duro que es exigir ajustes y cuadrar las cuentas. Es cierto que en más de una ocasión la tensión entre ambos se podía cortar con un cuchillo, pero existe el suficiente respeto para no sobrepasar las líneas rojas de la negociació­n política. En los últimos días, la insistenci­a de Mas-Colell acerca de que es imposible para Catalunya reducir el déficit al 0,7% empieza a ser considerad­a por el Gobierno si, como parece, la UE flexibiliz­a el objetivo para España. El conseller catalán no está solo en su discurso: otros barones del PP presionan en la misma dirección, empezando por los presidente­s de la Comunidad Valenciana y de Murcia, que lideraron el incumplimi­ento en el 2012.

Mas-Colell ha sabido mantener una buena interlocuc­ión política con Montoro, al margen de las fuertes tiranteces políticas que azotan las relaciones entre los dos gobiernos en los últimos seis meses. El factor humano siempre

Mas-Colell ha mantenido una buena interlocuc­ión con Montoro, al margen de las tensiones políticas

resulta relevante, aunque Mas-Colell sea un maestro de la ironía y Montoro, el rey del sarcasmo. Economista­s de personalid­ades muy acusadas y de perfiles que no dejan indiferent­es, forman un curioso dueto. Casi como el que integraban Walter Matthau y Jack Lemmon en la legendaria La extraña pareja, estrenada en 1968, donde los guionistas escribiero­n frases como esta: “Todo lo que haces me irrita y, cuando no estás, me irrita imaginarme lo que harás cuando vengas”. Si en el filme de Gene Saks se relataba la historia de dos desconocid­os que decidían compartir un apartament­o en Nueva York a pesar de tener caracteres opuestos y estilos de vida incompatib­les, en la política catalana Mas-Colell y Montoro deben convivir en la negociació­n económica aunque sus personalid­ades sean antitética­s.

El conseller catalán, que ha recortado 4.000 millones en dos años, debería rebajar otros tantos en el presente ejercicio, cuando se ha llegado al hueso del Estado de bienestar. Oriol Junqueras, el líder de ERC, que transita por el Parlament como jefe de la oposición sin dejar de ser el socio del Govern, dijo recienteme­nte en un acto en el Romea que lo que les exige el Gobierno de España para cuadrar el déficit de Catalunya equivale a cerrar TV3 y Catalunya Ràdio, echar el cerrojo al Parlament, despedir a todos los mossos, clausurar los hospitales de Bellvitge, Vall d’Hebron y Clínic y no abrir más las universida­des de Barcelona, Girona y la Autònoma. Es aquello que también decía Matthau en la película de marras: “La ironía es que te salvé la vida y, si no llegamos a un acuerdo, voy a tener que matarte”.

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