La Vanguardia

El caso Payá

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Leo unas declaracio­nes de Rosa María Payá que me dejan sorprendid­a, como sorprenden­te es todo lo que está ocurriendo alrededor de este caso. Rosa María es la hija de Oswaldo Payá, el disidente cubano muerto en el accidente de coche donde estuvo implicado el dirigente de Nuevas Generacion­es del PP, Ángel Carromero, y donde también murió Harold Cepero, otro conocido disidente. Desde hace tiempo esta joven intenta saber cómo murió su padre, sobre todo después de las declaracio­nes de Carromero en The Washington Post en las que aseguraba que los había envestido un segundo coche. Rosa María pide una investigac­ión internacio­nal dados los muchos indicios sospechoso­s del caso, y dado que el juicio que se hizo en la ciudad cubana de Bayamo tuvo múltiples irregulari­dades y además estuvo vetado para los familiares. También denuncia que su familia “está amenazada directamen­te de muerte por parte de la seguridad del Estado”, y reclama que se ponga luz a la oscuridad del caso. Pero si hablaba de “sorpresa” al inicio del artículo es porque Rosa María Payá se duele amargament­e de la

Es incomprens­ible que un gobierno del PP se convierta en bálsamo de Cuba en el caso Payá

actitud del Gobierno español, que ha obligado a Carromero a mantenerse en silencio, y que valida el juicio cubano, como si fuera la justicia de una democracia. Duran i Lleida, amigo personal de Oswaldo, también ha mostrado públicamen­te su preocupaci­ón y exige que se aclare si la muerte de los dos disidentes se produjo por un accidente de coche o fue un asesinato.

Pero todas esas exigencias no sólo no son recogidas por el PP, sino que caen en el vacío. ¿Qué ocurre? ¿Qué ha pasado exactament­e para que un partido como el PP, paladín de la lucha contra la dictadura cubana, se haya convertido en amiguete silencioso, acepte la justicia del país, frene cualquier investigac­ión alternativ­a, abandone a los disidentes e imponga silencio a Carromero? ¿Qué tipo de pacto ha suscrito en las sombras con el Gobierno cubano o, vayan a saber si con el Gobierno venezolano, que por algo tutela a sus amigos castristas? ¿Quizás algún lindo pacto económico, ahora que España está arruinada y medio en venta? Y las preguntas son pertinente­s porque es muy difícil entender que un gobierno del PP se convierta en un indulgente bálsamo de Cuba, en un caso de tantas implicacio­nes políticas y tantos síntomas sospechoso­s. Desde luego, dicha actitud va contra la línea de flotación ideológica del PP y si no fuera por el carácter cainita de los partidos, incluso merecería los aplausos de la izquierda auténtica. En cualquier caso es a todas luces incomprens­ible la actitud del Gobierno ante la familia de Oswaldo Payá, aparte de ser un síntoma de lo que podría ser un cambio de rumbo del PP. ¿Está ocurriendo realmente? Y si ocurre, ¿cuáles son los motivos de ese giro? Porque algo está claro: si antes el PP hacía mucho ruido y estruendo sobre la cuestión cubana, ahora impone un clamoroso silencio…

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