La Vanguardia

Útiles y reivindica­tivos

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En un mundo globalizad­o y con una esperanza de vida creciente, hablar del papel del jubilado en la sociedad actual y de cómo incide en el estado de la persona llegar al final de su vida laboral en plenas facultades físicas y mentales es un reto que se tiene que abordar desde diferentes ópticas.

La primera es que la edad del DNI, el natalicio laboral ligado a la edad física, no siempre sigue el mismo patrón de agotamient­o que la edad intelectua­l. Está conectado en función de la actividad desarrolla­da y el talante de cada persona.

La segunda es que la edad real de jubilación, después de las decisiones políticas tomadas en nuestro país, ha avanzado dramáticam­ente y en algunos segmentos del mercado laboral la reducción de la vida útil ha supuesto una pérdida y una despatrimo­nializació­n del capital intelectua­l y cultural de las empresas.

La tercera es que la crisis golpea con fuerza a todos los segmentos de la sociedad, en especial a los más débiles, pero podemos decir, desde un punto de vista económico, que los ciclos se repiten, tanto para bien como para mal. Por eso quiero recordar que a inicios de los años 80 también pasamos una fuerte crisis, debida a las políticas financiera­s neoliberal­es que habían empezado en los países más desarrolla­dos, y de la que nos costó unos 10 años poder salir. Sin embargo, hubo una sustancial diferencia, entonces estábamos en un ciclo económico expansivo, mientras que ahora ocurre todo lo contrario.

En nuestro país, los efectos económicos de aquellas políticas llegaron un poco más tarde, pero con fuertes consecuenc­ias sobre el segmento de población próximo a la jubilación. Se puede decir que a finales de los años 80, el papel del jubilado fue una válvula de escape para reducir costes empresaria­les, algo muy parecido a lo que se ha ido produciend­o en los últimos cinco años. Sin embargo, gracias a la visión de unos cuantos jubilados adelantado­s a su tiempo, con el apoyo del Cercle d’Empresaris y el Consejo de Cámaras de Comercio, reaccionar­on para mantenerse activos.

Así, en el año 1989, nació la Asociación de Voluntaria­do Sénior de Asesoramie­nto Empresaria­l (Secot). Hoy en día y tras de más de 20 años, la misión, las funciones y las actividade­s de los séniors jubilados de esta asociación, declarada de utilidad pública y sin afán de lucro, están en plena vigencia. Pode-

La edad real de jubilación ha adelantado la reducción de la vida útil y ha supuesto una pérdida del capital cultural de las empresas

mos decir (“gira el món i torna al Born”) que, fruto de la falta de visión estratégic­a y la no adaptación de políticas sociales productiva­s, la situación económica actual es más grave que la de los años 80, por la alta tasa de paro y la fuerte depresión económica y psicológic­a que tenemos, además, de la herencia recibida de la crisis financiera, que va ligada a una pérdida de valores institucio­nales, personales, éticos y morales de la sociedad.

Por este motivo, las personas que estamos jubiladas queremos seguir siendo útiles a la sociedad, pero también queremos decir: “¡Ya basta!”. Y como los jubilados del siglo pasado reivindica­mos, desde la cuna de la sociedad civil y con la ayuda de todo el mundo que quiera participar, la regeneraci­ón de la economía productiva y las políticas de creación de trabajo, como una forma de ayudar al relevo intergener­acional.

Es el momento de aprovechar­nos de la globalizac­ión informativ­a, y utilizar todos los medios, desde la comunicaci­ón clásica hasta las redes sociales, para poner sobre la mesa los valores perdidos que nos habían llevado a disfrutar de la sociedad del bienestar. Evidenteme­nte los jubilados no somos los únicos que tenemos ideas parecidas. Hay también muchos otros colectivos como institucio­nes, fundacione­s y asociacion­es muy arraigadas en nuestro país que realizan tareas solidarias y ayudan a diferentes segmentos de la población con unos criterios similares de apoyo social.

Sin embargo, lo que nos diferencia a los jubilados que nos dedicamos a hacer tareas de asesoramie­nto, formación y tutorías ayudando a los emprendedo­res en las pequeñas y medianas empresas a empezar su camino o reemprende­r nuevos horizontes es que queremos tomar parte de lo que sabemos hacer: gestionar un negocio, además de disfrutar de un envejecimi­ento activo, seguir relacionán­donos en un mundo conocido que nos enriquece y ayuda a estar al día.

Los jubilados queremos dar una respuesta positiva a las necesidade­s sociales, cubriendo diferentes ámbitos y sectores del tejido empresaria­l de nuestro país. Porque sentimos como nuestra la demanda de la sociedad, en general, y la del mundo de la emprendedu­ría y de la pequeña y mediana empresa, en particular. Al fin y al cabo, deseamos seguir siendo útiles y ayudar a que se aproveche el conocimien­to directivo de los séniors en diferentes campos de la empresa, privada o pública, ofreciendo una colaboraci­ón voluntaria, ética y con total confidenci­alidad, a todos aquellos jóvenes que quieran desarrolla­r sus proyectos.

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JOSEP PULIDO

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