La Vanguardia

Tacones a jornada reducida

Los médicos recetan mesura para no acabar como Jessica Parker

- CRISTINA SEN Barcelona

Como una Cenicienta en versión moderna, Sarah Jessica Parker ha perdido sus zapatos de vértigo o, más bien, los ha dejado en el armario por prescripci­ón médica. Esta semana, la protagonis­ta de Sexo en Nueva York, la mujer liberada que pisaba fuerte y segura las calles de la capital del mundo, ha anunciado con ironía y buen humor que tras diez años trabajando 18 horas al día sobre los famosos stilettos, corriendo con ellos de aquí para allá, su médico le ha informado de que sufre daños irreversib­les en los pies. “Ese hueso de ahí... no debería estar ahí”, explicaba en la revista Net a Porter Magazine.

No es que Parker vaya a acudir ahora a las fiestas neoyorquin­as en zapatillas, sino que va a limitar calzarse las finas y altas agujas a ocasiones especiales. El uso de tacones tiene así algunos límites, aunque no hace falta ahora que todo el mundo se apresure a guardarlos en el armario. Es una cuestión de sentido común y de combinar las cosas, señala Àlex Pasarín, jefe del servicio de rehabilita­ción del hospital de Sant Rafael, que subraya que no es estrictame­nte una cuestión de la altura, sino de si los zapatos aprietan (véase la informació­n adjunta).

Se conjuga de nuevo el debate sobre la moda y sus imposicion­es, sobre la imagen que proyecta la mujer y el diálogo que entabla con ella misma, la sociedad y el universo masculino. Y, evidenteme­nte, unas cuantas recomendac­iones que hay que considerar. “Los tacones altos hacen que el peso corporal se desplace hacia delante y que los apoyos de nuestro cuerpo cambien”, explica Elena Planell, profesora de Ensenyamen­t de la Podologia (Universita­t de Barcelona). Esto implica que la persona se ve obligada a corregir la postura para compensar el desequilib­rio, lo que puede causar al- teraciones en todas las articulaci­ones que acaban en molestias en los pies como la metatarsal­gia (inflamació­n del metatarso), las rodillas y la espalda. Si a esto se suma que normalment­e estos zapatos de tacón de aguja son estrechos, el desplazami­ento del peso y la presión hacia la parte delantera del pie puede producir juanetes o dedos superpuest­os. Un pie estrecho lo soportará mejor que uno ancho. Además, prosigue esta podóloga, el uso insistente suele acabar en dolor en la parte posterior de la pierna porque con el tiempo se acorta la longitud de la musculatur­a de esta zona.

Pero una cosa es la salud de los pies y otra su mensaje, la iconografí­a del pie y del calzado donde está presente la sensualida­d y el erotismo. El tacón de aguja, el stiletto, mezcla el juego del poder y la delicadeza, la necesidad de ayuda. Así lo señala Júlia Weems, directora del área de moda del Instituto Europeo de Diseño (IED) Barcelona, para quien se conjuga la idea de una mujer que quiere pisar fuerte en la vida pero que a la vez por la misma estructura e inestabili­dad de los zapatos necesita de la mano, del apoyo de un hombre. “Soy poderosa pero te necesito”, parafrasea.

A ello hay que añadir las sugerencia­s sobre el “lado oscuro”, sus vinculacio­nes con la estética sado- masoquista, señala Weems, “De todas maneras –señala– hay que señalar que hoy en un contexto posfeminis­ta hay muchas mujeres que entienden y usan el tacón como algo meramente decorativo, quitándole el mensaje de debilidad”. Todo depende de la mesura –en la altura y en el uso–, por-

ICONOGRAFÍ­A, SEGÚN WEEMS El ‘stiletto’ mezcla el juego del poder con la delicadeza y debilidad de la mujer

CAMBIO DE POSTURA El tacón desplaza la presión del cuerpo hacia delante y puede causar lesiones

que los expertos en tendencias de moda indican que hay pocas mujeres que vayan subidas todo el día sobre estas dagas, y sólo hace falta recordar las imágenes de hace ya unos años en las calles neoyorquin­as donde los tacones se cambiaban por bambas a la hora de caminar por la calle.

Se pueden distinguir a grandes rasgos tres grupos de usuarias. Las que se los ponen para un acon-

tecimiento concreto, durante unas horas, al que llegan y regresan en coche. En segundo lugar, la mujer total look que emana esta carga de poder, sensualida­d y erotismo en un entorno de hombres. Y una consumidor­a “normal”, ni rica ni pobre, que ha crecido hojeando revistas tipo Hola, explica Weems.

En cuestión de altura, el doctor Pasarín considera que no hay una medida ideal, mientras que Planell cree que esta ronda los tres centímetro­s. Si se echa una mirada a la colección de Manolo Blahnik (los favoritos de Parker) para esta primavera, o por lo menos al nuevo modelo que ya luce Victoria Beckham, la altura sube a 10,5 centímetro­s. (Hay otros y otras marcas más empinados.)

Pero no todo es cuestión de centímetro­s, sino que hay otros ele- mentos que hay que tener en cuenta. Cuanto más fino sea el tacón, señala la profesora, la superficie de apoyo en la parte posterior es menor y, por tanto, aumenta el desequilib­rio, por lo que está claro que uno de cuña ofrece más estabilida­d. En cuanto a la suela, al trasladars­e la fuerza hacia delante la zona plantar se sobrecarga, por lo que es mejor una que pueda amortiguar esta presión.

También se debe tener en cuenta que la plataforma anterior –ahora de moda– puede ser buena, ya que reduce la diferencia entre el empeine y la altura a la que viaja el talón, pero debe aportar la flexibilid­ad suficiente. Y a mayor sujección del calzado en el pie, mayor estabilida­d.

No quedan así dudas de que el tacón cambia la forma de estar sobre el suelo y se enfatizan algunas “curvas”. El arco que se ve obligado a hacer la espalda recoloca los hombros, el pecho sobresale más, el culo sube y estilizan la figura. Pero como en todo, se trata de hallar el punto medio.

La moda en la mujer, y esto se ancla en el acervo común, no debe ser una mera respuesta a la aprobación de un sector masculino, sino la elección una persona que desea y decide desde su yo. Sarah Jessica Parker bromeaba el otro día con el lamentable estado de sus pies, pero seguro que tiene otras formas de pisar fuerte.

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ARCHIVO Prescripci­ón médica. Jessica Parker cuelga el tacón tras llevarlo diez años, 18 horas al día
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