Robots con encanto
Una competición de robótica a escala mundial promueve entre los jóvenes españoles la pasión por la tecnología
La ciencia y la tecnología no tienen por qué ser asuntos espesos y aburridos. Partiendo de este convencimiento, la fundación Scientia, con el apoyo de universidades y parques científicos, ha logrado hacer crecer en España la First Lego League (FLL), una competición de robótica global donde se premia talento e ingenio. “El objetivo es promocionar las vocaciones científicas, que se formen más ingenieros y científicos en el país”, destaca David Serra, director de la FLL. El denominado European Robotics Festival reunirá hoy en Tarragona en la gran final a 600 estudiantes.
Entre las novedades, la First Tech Challenge (FTC), que nace para dar cabida a jóvenes de 17 a 23 años atraídos por la robótica. Entre los estudiantes de los 17 equipos de la FTC que pondrán esta mañana en liza las habilidades de sus robots, Daniel Mateo, uno de los alumnos de Sant Pere de Torelló (Osona) que el pasado año buscaron y encontraron in
En siete años la First Lego League ha pasado en España de 16 a 400 equipos, un éxito sorprendente
extremis el apoyo económico necesario para viajar a la final mundial de la First Lego League, en San Luis (EE.UU.).
Dani, de sólo 17 años, ha sido reclutado ahora por el equipo de la Universitat de Vic, pese a que aún está en secundaria. “Me lo he pasado muy bien, me apasiona la robótica”, valoraba ayer junto a los demás integrantes de su equipo mientras acababan de preparar el robot. Los equipos saltarán hoy al ring, un espacio para enfrentar a los robots en duelos de dos contra dos. “Se fomentan valores como la cooperación, el liderazgo, la comunicación o el trabajo en equipo”, explica Serra.
A pocos metros de los Garrins Electrònics, el nombre del equi- po de la Universitat de Vic, siete estudiantes de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) se esmeraban para dejar listo su robot. Los jóvenes han dedicado este invierno a prepararse para la competición, fuera de las horas de clase. “Ha sido enriquecedor, hemos aprendido mucho”, resume Rafa de la Cruz (UPM).
Las competiciones de robótica son casi una novedad en España, pero están arraigadas a escala internacional en 67 países, con la participación de más de 250.000 estudiantes. En Estados Unidos, donde en 1989 nació la iniciativa para fomentar vocaciones científicas, grandes compañías como Boeing se involucran en los campeonatos, también económicamente, con la intención de captar jóvenes talentos de futuro. En España la iniciativa ha logrado el patrocinio de GMV, un grupo inter- nacional dedicado a la aeronáutica y las telecomunicaciones.
La fundación Scientia ha seguido el ejemplo de países como Noruega, donde hay 410 equipos. Internacionalmente ha sorprendido el éxito en España de una ini-
Universidades y parques científicos se implican para crear nuevo conocimiento y captar talento
ciativa que empezó en el 2006 con 16 equipos inscritos en la primera edición de la First Lego League, en una única categoría con niños de 10 a 16 años. “Este año han participado más de 400 equipos y disputarán la final los 32 mejores”, dice Serra. Los estudiantes que lo prueban repiten. “Esto engancha”, destaca Mercè Gamell, responsable de la FTC. Se ha impulsado una categoría júnior para niños de 6 a 9 años.
La First Lego League se dedica cada año en todo el mundo a resolver problemas reales de una misma área. El desafío de esta edición, encontrar soluciones que mejoren la calidad de vida de las personas mayores. Para elaborar sus proyectos los alumnos han visitado incluso residencias de ancianos. “Es un reto a escala mundial, con niños de todo el planeta buscando soluciones para el mundo real. No es sólo una competición de robots”, subraya el director de la FLL.
Los equipos de la categoría de 17 a 23 años, que montan robots autónomos con códigos de programación, necesitan de un cier- to sostén económico para poder tirar adelante sus proyectos. Ganan los mejores robots, los más rápidos y habilidosos. Entre 4.000 y 6.000 euros por equipo se deben invertir en las piezas y la tecnología necesaria, por lo que los jóvenes también deben aprender a buscar el apoyo de patrocinadores, como sucede en el mundo real de la investigación y la industria tecnológica. “Lo más importante es el camino”, sostiene Gamell. Entre los equipos invitados, estudiantes de Estados Unidos, Rusia, Holanda y Rumanía. El mejor equipo tendrá garantizada una plaza para competir en abril en la final mundial, en San Luis. Empezará entonces un nuevo reto: obtener el dinero necesario para sufragar el viaje.