Feminismo a la g greña
Sheryl Sandberg, la rica jefa de Facebook, abre un cisma al culpar a l las mujeres de renunciar a puestos de mando
Le preguntan ¿qué hace una mujer como tú escribiendo un libro como éste? Mientras los hombres le presentan sus respetos, las feministas la han tomado con ella.
Sheryl Sandberg, de 43 años, directora de operaciones de Facebook, multimillonaria y autora del recién lanzado Lean in (apo- yarse), ha encendido la iras de las de su mismo sexo con su “manifiesto feminista”.
“Es un peligro, el peor enemigo de las mujeres”, escribe Andrea Peyser en el conservador The New York Post. En el liberal The New York Times, Maureen Dowd la califica de pompom girl, o chica florero del feminismo.
A pesar de los artículos que la ponen de vuelta y media, Sandberg no ha dado muestras de sentirse intimidada. Ha paseado su orgullo por las cadenas de televisión. Time le dedica su portada: “No la odies porque tenga éxito”.
Lean in llegó esta semana a las librerías, precedido de una inten- sa campaña mediática. Además de fórmulas de éxito, invoca a las mujeres para que se comporten como hombres como única manera de alcanzar el poder en los puesto de mando empresarial.
En su ensayo recuerda que desde la década de los ochenta se gradúan más mujeres que hombres en las universidades de Estados Unidos. Sin embargo, subraya, de 195 países en el mundo sólo en 17 ellas tienen el poder, o tan solo ocupan el 20% de los asientos en el total de los parlamentos, o nada más 21 féminas se cuentan entre las directoras ejecutivas de las 500 empresas de la lista Fortune.
La culpa no hay que buscarla en la tradición machista ni en la estructura del poder. En esta nueva fase, la responsabilidad del estancamiento recae en ellas, “por las barreras invisibles que se imponen las mujeres”. Pero no son pocas las que le replican que no todas disfrutan de su suerte. Siendo ejecutiva de Google, en el 2004, se quedó embarazada de su primer hijo (luego también tuvo una niña). Ganó tanto peso (31 kilos) que un ingeniero la bautizó como “proyecto ballena”. Le costaba moverse. Ese estado de buena esperanza comprobó que el aparcamiento quedaba lejos de las oficinas. Pidió a sus jefes (Larry Page y Sergey Brin) que hicieran un parking cercano para embarazadas. Le concedieron su deseo.
Sus padres –Joel, oftalmólogo; Adele, maestra– cuentan que de adolescente no la veían en el mundo de los negocios. Apuntaba al Derecho. Ganaba concursos de oratoria. Acudió a Harvard a estudiar leyes. Al graduarse, su mentor, Larry Summers, que fue rector de esta universidad y cargo en la administración del presidente Clinton, se la llevó al Banco Mundial. Tras dos años, Sum-
La meta: “Que las mujeres dirijan la mitad de las empresas y los hombres la mitad de los hogares”
mers le aconsejó ir a la escuela de negocios. Le escuchó y cumplió.
Luego encontró trabajo en la influyente asesoría McKinsey, aunque su protector Summers la fichó en 1996 para el Departamento del Tesoro. Con 29 años se convirtió en una de las jefas, “como un hombre”. De ahí saltó a Google, en el 2001, y en el 2008 se convirtió en la número dos de Facebook. Mark Zuckerberg, creador de la red, dice que a diario aprende algo de ella.
Sandberg deja en su libro una predicción. “Un mundo verdaderamente igualitario será realidad cuando las mujeres dirijan la mitad de las compañías del país y los hombres la mitad de los hogares”. A muchas mujeres, madres solteras en trabajos precarios, o sin maridos tan estupendos como el de Sheryl, sólo se les permite soñar, y tampoco mucho.