“Mi gente es pobre y yo soy uno de ellos”
Alos presbíteros, diáconos, religiosos, religiosas, laicos y laicas, miembros del Consejo Pastoral Diocesano y de los consejos parroquiales y arciprestales, escuelas cristianas, maestros y profesores de religión, dirigentes de movimientos, asociaciones y otras entidades diocesanas. Estimados y estimadas, ¡el Señor nos ha dado el papa Francisco!
La Iglesia recibe con mucha alegría la buena noticia de la elección del papa Francisco. En la quinta votación los cardenales en cónclave hemos escogido el cardenal Jorge Mario Bergoglio, como Obispo de Roma y sucesor de San Pedro. Ha elegido el nombre de Francisco, en memoria de San Francisco de Asís. Todos estamos muy contentos y damos gracias a Dios que ha dado a la Iglesia de Roma y a toda la Iglesia de Jesucristo un nuevo Pastor. Deseo agradeceros mucho a todos, queridos diocesanos, vuestra oración constante con motivo del cónclave. Os he llevado a todos en mi corazón y me he sentido muy acompañado por vuestra oración.
En las congregaciones generales previas al cónclave y en el mismo cónclave, el Espíritu Santo se ha hecho presente por las oraciones de intercesión de toda la Iglesia y por la comunión fraternidad y trabajo de todos los cardenales.
El papa Francisco ha sido arzobispo de Buenos Aires y ha servido aquella Iglesia con el amor propio de un buen pastor. Es el primer Papa procedente de América Latina, continente donde viven el 40% de los católicos del mundo. El papa Francisco es un hombre de Dios, muy preparado, sencillo y cercano: es un buen pastor que ha cuidado una Iglesia metropolitana muy grande y su figura es muy popular en toda América latina.
Como arzobispo de Buenos Aires puso en marcha el Plan Pastoral con estos objetivos: comunidades abiertas y fraternales, protagonismo de un laicado comprometido, evangelización hacia cada ciudadano y asistencia a los pobres y enfermos. El nombre de Francisco
Carta de Martínez Sistach a todos los diocesanos sobre el nuevo papa Francisco
lo armoniza con estas palabras: “Mi gente es pobre y yo soy uno de ellos”. A sus sacerdotes les ha recomendado siempre misericordia, coraje apostólico y puertas abiertas a todos. El papa Francisco desde el primer momento nos pide que le ayudemos con la oración. Lo haremos todos los diocesanos constantemente con la oración, el afecto y el seguimiento de su magisterio y guía. Se lo he dicho cuando le he saludado.
Este o domingo, día 17, a las cinco de la tarde celebraremos la Eucaristía en la basílica de la Sagrada Familia y nos uniremos en acción de gracias a Dios por el papa Francisco, por la Iglesia de Roma y por toda la Iglesia universal que el Papa debe servir
LL. M. SISTACH, cardenal arzobispo de Barcelona