MEDITACIÓN El mundo del presente
Los libros sobre la milenaria técnica logran el favor del público
Ya no se trata de un fenómeno hippie. Los interesados en él son legión. Lo demuestran los puestos que alcanzan en muchos países los libros que lo abordan. Y lo certifica que la práctica médica lo haya adoptado dentro de sus tratamientos para enfrentar desde la depresión al dolor físico. La meditación, o por lo menos el interés en ella, va en aumento. En parte, dicen los consultados, porque se ha despojado de su envoltorio religioso, utilizando sólo sus técnicas, que la investigación médica avala. En parte, porque la sociedad en la que vivimos, con el crecimiento de lo virtual y del estrés la hacen necesaria como nunca, y funciona; en parte, cuentan, porque cada vez más gente va entendiendo que meditar no es aislarse del mundo, sino acercarse a él, vivirlo con más intensidad.
Agustín Pániker, director de la editorial Kairós, que entre sus novedades tiene libros como La meditación budista o Meditar día a día, del psiquiatra Christophe André, dice que siempre ha- bía existido interés, “pero antes se trataba de un público más marginal y ahora es muy popular. Hay una cosa clara: va bien. Unos la practican de manera más espiritual y otros la usan por salud”.
Y señala que su auge se debe también a que si antes la comunidad científica era más escéptica, en los últimos años “han visto que ayuda a sobrellevar mejor la enfermedad y mejora el estado de ánimo”. Pániker dice que cuando la meditación se da en un contexto poco espiritual, no budista, laico, se habla de min
dfulness, la plena conciencia, la atención plena, y esa técnica se utiliza en hospitales, rehabilitación de reclusos e, incluso, en consejos de administración: “Una de sus grandes aplicaciones es la re- ducción del estrés y otra la capacidad de concentración”, explica. Y todo eso se ve en las ventas de libros: “André fue en Francia con Meditar día a día número uno de no ficción. Es un hombre muy coherente con lo que dice, porque en esto también hay mucho caradura”, reconoce. Y cuenta que otro muy vendido es el profesor de medicina Jon Kabat-Zinn, “que en los 90 en Massachusetts aplicó la meditación a pacientes terminales y le dio la legitimación científica que no tenía. Y que creó un método de reducción del estrés”.
El mindfulness, dice, es la manera que tiene Occidente de apropiarse del budismo, y no es una moda, aunque a veces los más puristas digan que no es meditación. En último término, subraya, “meditación es concienciar el momento presente, ser plenamente consciente, porque siempre hay proyectos y no vives el momento presente. En la meditación todo gira en torno a la atención, al aquí y ahora”. Y frente a los tópicos, dice que no se trata de “estar 24 horas en actitud meditativa” o “de detener los pensamientos, que no se puede: es
no identificarte con ellos”. Lo que aprendes en un libro, a solas o en grupo –“es recomendable hacerlo con algún maestro para no perderse, las técnicas no son complejas pero requiere cierta perseverancia”– debes “llevarlo a la vida cotidiana, para dar más conciencia a lo que vivimos”. Y, dice, los usos del mindfulness van a crecer. Kairós publicará Mindfulness para niños, de Eline Snel, un éxito en Holanda, para que sepan concentrarse. Otras editoriales apuestan por el género, como Paidós, que ahora edita Cómo la meditación cambió mi vida, de la psicóloga clínica francesa Jeanne Siaud-Facchin. Y acaba de aparecer incluso Meditación para dummies.
Para María Teresa Miró, titular en el Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la Universidad de La Laguna y autora de libros como Mindfulness en la práctica clínica (Desclée de Brouwer), “estamos en un cambio de época”. Las nuevas tecnologías de la comunicación hacen, remarca, que toda la realidad sea del momento presente, que la linealidad ya no exista, pero aún hay muchos esquemas mentales adaptados a un mundo más estático, estable, en el que se buscaba identidad, sentido. “Todos estamos muy desorientados, los esquemas usados para navegar por el mundo ya no sirven. Y el budismo –apunta– reconoció siempre esta impermanencia”. Y la meditación, dice, cultiva justamente la capacidad de
ser consciente de la experiencia momento a momento, “y te lleva a distinguir entre los contenidos de conciencia, las sensaciones concretas, y lo que hay detrás y no cambia nunca, la capacidad de ser consciente de lo que está pasando. Son prácticas beneficiosas y cuadran con el sentido del cambio, crean armonía . Aprendes a abrazar por igual experiencias buenas y malas más allá del vaivén. No caes en el bombar--
deo, no te identificas con tus reacciones automáticas que es lo que sucede en la enfermedad mental”. En la depresión, dice, hay muchos automatismos, “y cuando te sientes triste piensas que no sirves para nada y nada va a cambiar, se agita la mente, te pones a rumiar y llevas la mente y el cuerpo a un estado depresivo. Pero si te entrenas para centrar la atención con meditación, en esos momentos de riesgo puedes cortocircuitar los mecanismos automáticos”. “Todos los modelos terapéuticos están usando mindful
ness en salud mental, sabemos qué partes del cerebro se activan con estas prácticas y ya no necesitamos el contexto religioso para hacerlas”. Pero por supuesto las diferentes técnicas, como hacerse consciente de la respiración, se pueden aplicar a todo tipo de ámbitos: “Es como un microscopio que te permite ver cómo te es- tás relacionando con tu propia experiencia, normalmente con control, buscando que las cosas sean como queremos que sean y sintiendo el mundo como aquello que se nos opone, actitudes que en el mundo al que vamos deben ser superadas”.
Para la psiquiatra Beatriz Rodríguez Vega, de la Autónoma de Madrid, que publica La clara luz (Luciérnaga), donde une las filosofías budistas sobre la vida y la novela negra, “mindful
ness es meditación, el estado de tener la atención en la puerta de entrada de la mente, un entrenamiento de la atención, ponerla en el presente. Y, sobre todo, sin juzgar, sin criticar, sin reaccionar”. Y ex- plica que en el Hospital de La Paz tienen numerosos programas de mindfulness, tanto para problemas oncológicos como dermatológicos, y ve lógico que cada vez haya más interés en la meditación. “Cada vez somos más conscientes de que vivimos en una sociedad que nos lleva a vivir más lo virtual, entre la añoranza del pasado y la anticipación del futuro, y el presente poco, que es el único que vives. Cuando lo entiendes, cambias tu vida. Traer la mente al aquí y al ahora sin juzgar, aceptando tu experiencia, es revolucionario. Ahora hemos hecho un trabajo de educación, de entrenamiento con residentes de psicología y psiquiatría con min
dfulness que además de reducir la ansiedad y el manejo de la ira muestra que son capaces de pararse un segundo más y equivocarse muchísimo menos en dar la respuesta y eso es muy importante”, explica. Y recuerda que la ansiedad es el miedo al futuro, verlo de un modo amenazante: “Cuando eres capaz de volver al presente puedes rom
per con eso”.