La revolución china por el arte se ralentiza un 24%
Tefaf se ha convertido en el cardiograma más fiable de un mundo de las bellas artes que sigue bombeando dinero de manera rítmica pese a los embates de la crisis que hicieron mella el año pasado. Según el informe elaborado por la economista australiana Clare McAndrew, el año pasado, el volumen de negocio cayó de los 46.000 a los 43.000 millones de euros, un descenso en el que China (con 24% menos en el valor de las operaciones) perdió su hegemonía en favor de los EE.UU. Es cierto que el fervor chino por las compras se ralentizó el año pasado, pero también que su huella en el mercado es muy visible. “Existe la idea clara de muchos coleccionistas chinos de comprar arte de nuestro país para ‘devolverlo’ a su país de origen”, analiza Jane Choy, una coleccionista que ha asistido a las 26 ediciones de Tefaf y que con sus palabras indica que estas operaciones tienen un trasfondo político más allá del comercial.
En Tefaf la palabra crisis simplemente no existe sólo la pronuncian los periodistas. Los galeristas, en cambio, saben que juegan en un terreno donde raras veces se pierde el partido. Aquí los pre- cios son más elevados que en otras ferias sin tanto caché. El resumen de muchos profesionales es el siguiente: “El año pasado fue muy bien y este no tiene porque ir peor”. “Esta feria es como una burbuja (a la crisis), es tan especial que somos 265 galeristas, y hay peticiones de otros 5.000 para entrar”. El dato lo aporta Artur Ramon, director de la galería homónima, la única catalana de las cuatro españolas junto a las madrileñas Caylus y Coll y Cortés y la valenciana Deborah Elvira que lleva el nombre de su directora. “Hay buenas expectativas”, confirma esta especialista en joyas antiguas y cuya galería está en Oropesa. Una joya (foto) es precisamente la pieza más cara de la feria: un broche con diamantes que vale 100 millones.