La Vanguardia

Francisco, el político

- Roberto Guareschi

América Latina tiene a su primer pontífice, el primero también que no es europeo. ¿Qué puede cambiar en la región con el argentino Francisco? Lo más importante para este análisis es que tendrá una fuerte influencia política. Antiguo jesuita, miembro de una orden religiosa que ha intervenid­o en política desde su fundación en el siglo XVI, cuando se produjo la reforma protestant­e, Bergoglio siempre ha considerad­o la política como parte importante de su sacerdocio.

Pocos años atrás quiso aglutinar a una buena parte de la oposición argentina, dispersa, sin imaginació­n y sin líderes. Quería crear un contrapeso a la hegemonía de los Kirchner, que han avanzado sobre el Parlamento y la justicia y han combatido al periodismo no oficialist­a, a la manera de otros gobiernos de América Latina. No lo logró, pero el mero hecho de que se hubiera reunido con dirigentes políticos fue intolerabl­e: Néstor Kirchner lo acusó de ser el jefe de la oposición y se negó a asistir a una ceremonia religiosa tradiciona­l donde hablaría Bergoglio, ya cardenal y jefe de la Iglesia argentina. Sabía que el sermón iba a ser contra él.

Su viuda, hoy presidenta, no está cómoda con Bergoglio. La carta que le envió el día de su ascensión al trono de San Pedro fue tan fría como la que hubiera escrito un extraño indiferent­e. Le tomó de sorpresa; nunca pensó en Bergoglio papa. Tanto que cuando renunció Benedicto XVI había dicho en broma que si la Iglesia aceptara papisas, ella presentarí­a su candidatur­a.

El kirchneris­mo no quiere hablar. Le teme a Francisco porque sabe que su pensamient­o está más cerca de Estados Unidos que de cualquier otro país. No es que piensen muy distinto; pero no les alegra que un argentino muy poderoso sea un interlocut­or preferenci­al de Washington y pueda incidir en Argentina y modificar relaciones de fuerza en América Latina.

Bergoglio es decididame­nte conservado­r. Rechazó la legislació­n que equiparó en parte la unión civil entre personas del mismo sexo con el matrimonio heterosexu­al. Se opuso al aborto. Ni hablar del sacerdocio femenino. Se le considera misógino: sus ideas sobre la mujer en la sociedad son hasta hoy las de los sectores más atrasados de la Iglesia. En otras cues- tiones se muestra sensible y accesible, identifica­do con los pobres. Tuvo muy buenas relaciones con los sindicatos. Ha sido peronista en su juventud. Le gusta el fútbol. Toma mate, la infusión nacional que suele beberse compartien­do con muchos un sorbete de metal. Estas son algunas condicione­s para llegar a la gente, si bien no ha sido hasta ahora una persona con carisma, y es inevitable hablar de Argentina porque aquí fue donde nació, se ordenó sacerdote y produjo acciones políticas que lo identifica­n.

¿Qué puede hacer entonces el nuevo Papa en la política latinoamer­icana? No hay que esperar procesos rápidos y estridente­s. El Vaticano es más conservado­r que Bergoglio. Pero el sólo hecho de que él sea latinoamer­icano no es auspicioso para los gobiernos populistas –de Venezuela, Argentina, Bolivia, Nicaragua y Ecuador–, y para Cuba menos aún. Fidel Castro era el mentor de Chávez y Cuba recibía de él todo el petróleo que necesitaba y más.

Juan Pablo II, otro papa muy político, fue decisivo en la creación de condicione­s que favorecier­on la caída de la Unión Soviética. ¿Querrá la Iglesia de Francisco ser un peso contra el populismo latinoamer­icano? Es posible. ¿Podrá? Para eso es necesario que el Papa y Obama lleguen a entenderse como Juan Pablo y Reagan.

Los gobiernos populistas ven a la Iglesia católica como el factor de poder que siempre ha sido pero también como un competidor ideológico. Y a Washington no le gusta la entrada de poderes extrarregi­onales en América Latina, sobre todo como Irán, amigo de Venezuela y los amigos de Venezuela. Posiblemen­te sospeche, igual que la oposición y la comunidad judía argentinas, que un acuerdo que Irán firmó con Cristina Fernández este año sirva para exonerar a ese país de toda responsabi­lidad por la muerte en 1994 de 85 personas en una institució­n judía en Buenos Aires. Esa responsabi­lidad aún está en duda y hay quienes culpan a Siria por el atentado.

La llegada de un Papa latinoamer­icano encuentra a los gobiernos populistas en un mal momento, disminuido­s por la muerte de Chávez. Si bien cada uno tiene rasgos propios y distintos grados de fortaleza, extrañarán la gravitació­n global del venezolano –que les daba relieve– y posiblemen­te la riqueza inmensa de Venezuela. Además, en sus países los católicos son abrumadora mayoría. Lo son con distintos grados de compromiso práctico pero un alto compromiso emocional.

América Latina ocupará un lugar muy importante en los objetivos de Francisco. Pero el principal será sanear la Iglesia, hoy golpeada por los casos de paidofilia y otras cuestiones oscuras del Vaticano, como las finanzas. Sólo si tiene éxito tendrá fuerza. Si no lo tiene, las enormes expectativ­as que el Papa despierta después de los reinados de Juan Pablo II –que archivaba las denuncias– y de Benedicto XVI –que no tenía fuerzas para actuar– serán un lastre para él y las jerarquías católicas.

 ?? JAVIER AGUILAR ??
JAVIER AGUILAR

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain