Necesidad de reinventarse
Con la que está cayendo, es necesario explicar cómo incluso en estos días difíciles se puede generar crecimiento. Déjenme que les cuente una historia relacionada con la I+D que tiene lugar en el Campus de Terrassa de la Universitat Politècnica de Catalunya-BarcelonaTech (UPC).
Hace cuatro años, fruto de la colaboración entre la administración estatal, la Generalitat de Catalunya, el Ayuntamiento de Terrassa y la UPC, se construyó el edificio Gaia para potenciar el desarrollo de proyectos de I+D. Los grupos de investigación que se trasladaron fueron seleccionados por su potencial de crecimiento. Desde entonces han triplicado sus ingresos, y han po- dido asumir grandes proyectos internacionales en colaboración con empresas e instituciones. El incremento de ingresos permite financiar el coste del edificio en veinte años. Además, el 60% de los proyectos que se desarrollan se realiza con empresas, con lo cual se siembran nuevas colaboraciones y se ayuda al tejido industrial a ser más competitivo, mejorando sus productos y generando patentes y nuevas empresas.
Europa quería llegar al 3% del PIB en inversión en I+D para el 2020, cuando su media es de sólo el 2%. Pero España, que se estancó en el 2010 en un escaso 1,39%, ha bajado en el 2011 al 1,33%. Los datos del 2012 son lúgubres, y los presupuestos del 2013 dan miedo. Pese a este panorama, algunos grupos universitarios de investigación internacionalizados, y próximos al tejido productivo, crecen generando nuevas em- presas a partir de sus patentes, o licenciándolas en el mercado internacional, crean empleos cualificados, retienen talento y generan riqueza. Este nuevo modelo de colaboración universidad-empresa está funcionando, es un éxito, y merecería algún titular.
Nos espera un futuro inmediato sin dinero público para I+D, así que habrá que centrarse aún más en la eficiencia, en rendir cuentas y en los retornos. Y cambiar la cultura de la subvención por otra en la que, por ejemplo, sea posible compartir riesgos, beneficios y personal en proyectos conjuntos entre empresas y centros de I+D. Hay que potenciar el proceso de innovación para conseguir que fluya la excelencia de nuestro sistema de I+D hacia la creación de valor en el tejido productivo, para generar productos innovadores y empleo. Casos de éxito los hay.